En contraste con la realidad

En contraste con la realidad

El Presidente Danilo Medina ha proclamado que el país no tendrá un Gobierno más honesto que el suyo. Esto lo ha dicho a pesar de la realidad de la corrupción y la dimensión de una pobreza que el crecimiento económico no ha logrado cambiar. Pero el panorama que pintó no podría ser de otro color que de rosa.

Esa es la visión de un mandatario que busca la reelección con tanta decisión, que uno de sus más cercanos colaboradores escribió recientemente un libro en el que describe como mercantilista el proceso que modificó la Constitución para validar la reelección. La realidad que vive el país tiene una fisonomía diferente a la que dibujó.

Es imposible que un discurso de campaña pueda desvirtuar hechos como la ausencia de un régimen de consecuencias para el peculado, el récord de que en este país la mayoría de la gente bajo sospecha o evidencia de actos corruptos se libra de alguna manera de ir a un juicio de fondo, la realidad de la ostentación de riquezas difíciles de justificar que desde siempre se evidencia en algunos servidores y ex servidores del Estado. Como tampoco se puede negar la pobre redistribución del ingreso, la inequidad y la iniquidad en la distribución de bienes y recursos. Si lo que ha querido el Presidente es reafirmar que ha tratado de revertir esa realidad, lo cierto es que falta mucho por hacer, independientemente de su desvinculación en lo personal de los hechos de corrupción.

2016:  reto  sobre poder de compra

Con haber declarado el 2016 “Año del Fomento de la Vivienda”, el Gobierno se ha puesto ante un compromiso que podría condicionar el éxito de su pretensión. El poder adquisitivo de la mayoría de los dominicanos es una dificultad que aleja a muchas familias de la adquisición de casa propia. Aquí se ha hablado mucho de la necesidad de producir un aumento general de salarios que mejore las condiciones de vida y la capacidad de consumo de la gente, pero no se ha dado un paso en firme en esa dirección.

El desafío consiste en mejorar el ingreso regular de los más pobres y concebir soluciones habitacionales de precio modesto, pero acogedoras. Hay que poner en marcha medios de financiación que se acomoden a los propósitos sociales que inspiraron la designación del año para esos fines.

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