El elemento más preocupante en la crisis generada entre Haití y la República Dominicana es que no existe un interlocutor válido para sentarse a negociar una salida adecuada al impase provocado por la decisión unilateral y violatoria a los acuerdos existentes entre ambos países para el uso correcto de las aguas del río Masacre, situación que se agrava con la beligerantes declaraciones del líder pandillero Jimmy Chérizier, Barbecue, quien ha tomado el tema como instrumento de lucha armada llegando al extremo de anunciar públicamente su intención de derrocar al primer ministro de Haití Ariel Henry, quien se ha declarado incompetente ante el problema.

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El caos reinante en el vecino país trasciende sus fronteras y tal como advirtiera el presidente Luis Abinader en su alocución frente a la Asamblea General de las Naciones Unidas, la situación puede convertirse en una amenaza no solo para nuestro país sino para toda la región, insistiendo en la necesidad de que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe la resolución, refrendada por el presidente de EE.UU., Joe Biden, para la creación de una fuerza multinacional que asista a la policía haitiana en su lucha por el restablecimiento del orden en una nación convertida en una bomba de tiempo.