El síndrome postvacacional, conocido también como estrés o depresión postvacacional, es un conjunto de síntomas que se manifiestan cuando nos incorporamos a nuestras obligaciones, ya sean laborales, familiares o de estudio, tras un período de vacaciones. Aunque los psicólogos y psiquiatras no nos hemos puesto de acuerdo acerca de si debe considerarse como tal, se trata de un síndrome que suele presentar en muchas personas unos síntomas muy parecidos a los de una depresión clínica: sensación de apatía, desánimo, irritabilidad, dificultad para relacionarse con los demás, insomnio, etc. En casos graves puede llegar a provocar estados de ansiedad, trastornos digestivos y taquicardias.
Luego de esos momentos de diversión junto a nuestra familia y amigos, y los días de ocio fuera de lo común, al regresar a la rutina es normal sentirnos apáticos e incluso algo tristes. Cerca de un 35% de la población ha sentido alguna vez cansancio, falta de concentración y somnolencia al incorporarse al trabajo tras las vacaciones, pero cuando estos sentimientos se convierten en un asunto verdaderamente serio se habla del síndrome postvacacional.
Que como ya hemos mencionado, este síndrome hace referencia a un estado de malestar genérico, con síntomas tanto psíquicos como físicos, afectando principalmente a personas jóvenes, menores de 45 años. También estos síntomas pueden aparecer en niños ocasionados por la vuelta al colegio, después de las largas vacaciones de verano, aunque en ellos es menos frecuente sobre todo si el niño se encuentra a gusto en el colegio.
Muchas personas no se dan cuenta de la verdadera importancia de su trabajo, cuándo éste es una manera de realizarse personalmente, una forma de prestar un servicio útil a la sociedad a la que se pertenece y un proceso en el que nunca se deja de aprender. Lo ideal sería ser capaces de comprender esto, para así dejar de contemplar la vuelta al trabajo como una obligación. Por otra parte, también debiéramos asumir que la vida no sólo es trabajar, es más, el trabajo en el fondo, no es más que un medio para ganarse la vida. No se supone que estemos atados a un trabajo, porque no debemos ser esclavos del mismo, sino asumir que trabajamos para poder vivir y para, además de otras cosas, poder pagarnos las vacaciones que acabamos de disfrutar.
Normalmente se aconseja no alargar las vacaciones hasta el día anterior de empezar a trabajar. Se recomienda volver de vacaciones un par de días antes para que la adaptación a la rutina sea más paulatina, empezando a habituarnos nuevamente a los ritmos de sueño y comida.