En defensa de Alex

En defensa de Alex

JOSÉ ALFREDO PRIDA BUSTO
Soy hijo de españoles. Padre y madre naturales de Asturias. Nací en este maravilloso país (¡ay, si no fuera por alguna gente!) hace un tiempito, allá cuando la Era era Era. Estudié parte de mi bachillerato y carrera universitaria en España. Hace ya bastantes años, por ciertas circunstancias que no viene al caso mencionar, regresé a mi tierra natal para quedarme. A partir de ese momento, residí, estudié, trabajé, casé, hice familia y traté de desarrollarme en este suelo.

Con excepción de alrededor de tres años en los que estuve contratado por una compañía de Florida, mis estadías fuera del territorio nacional han sido cortas, ya fuera por vacaciones o trabajo. Por cierto, tengo doble nacionalidad. Con sus ventajas e inconvenientes.

Hago esta introducción para que se puedan notar algunas semejanzas con el primero adorado y hoy execrado Alex Rodríguez, la súper estrella de Grandes Ligas de quien algunos dicen que “carga un ´fucú´ por haber dado la espalda a su país”. Y lo hago porque me parece muy injusta la forma en que se le está tratando. Él nació allá, se crió allá, trabaja allá y vive allá. Considero que debemos ser un poquito más ecuánimes y no dejarnos llevar por el ardor de querer ser los primeros siempre en cualquier campo. Sobre todo cuando son otros los que tienen que llevar sobre sus hombros el peso de la responsabilidad de complacer o hacer brillar a sus compatriotas. En lo que los otros se fajan, nosotros los vitoreamos o condenamos, según las circunstancias, desde nuestras cómodas poltronas.

Se sabe que la colonia española en nuestro país es grande y, ¿por qué no?, poderosa. Hay muchos españoles que han llegado a excelentes posiciones económicas. Y su influencia se nota en el devenir de nuestra vida cotidiana. Nuestras relaciones con la Madre Patria, culturales y económicas, se han mantenido a lo largo del tiempo. Y algunas de nuestras más conspicuas autoridades han estado promoviendo el país entre inversionistas españoles, para que nos ayuden en nuestro crecimiento económico.

Ahora, por un momento, vayamos a un extremo. Supongamos, Dios no lo quiera, que un día se presenta un problema en las relaciones entre República Dominicana y España. Lo que llamamos un lío feo, de esos en los que cualquiera que se meta puede perder mucho. ¿De qué lado se supone que yo debería estar? Los dominicanos me dirán que de éste. Pero ¿y los españoles? Habrá quienes piensen allá como piensan algunos aquí con relación a Alex, que yo me debo a España porque mis padres son españoles. Claro, si yo fuera importante internacionalmente. De lo contrario, seguramente ninguno sabría siquiera de mi existencia.

¿Y entonces? ¿Yo qué haría? Pues, lo primero, preocuparme, por el mucho cariño y agradecimiento que profeso a ambas naciones. Lo segundo, sentirme mal, porque me vería presionado por las dos partes. Y lo tercero, tratar de ser neutral y ayudar a que el conflicto cesara. Pero si no pudiera, si la neutralidad fuera completamente imposible, definitivamente estaría del lado del país que me vio nacer, en el que vivo, trabajo y tengo familia. Respetando siempre la voluntad de los que, estando en mis condiciones, decidan irse al otro lado.

Últimamente nos hemos convertido en personas muy suficientes, con criterios que consideramos sólidamente fundamentados. Es difícil convencer a un(a) dominicano(a) de algo diferente a lo que él o ella asume que es  correcto. Se está haciendo difícil entendernos porque cada quien se cierra en sus ideas y no acepta ni siquiera conocer otro punto de vista. A mí lo que me ha estado dando un resultado muy bueno últimamente es lo siguiente. Permito que la persona diga absolutamente todo lo que quiere decir. No interrumpo y dejo que termine. Cuando ya no tiene nada más que soltar, le espeto de sopetón: “¿Has tratado de ponerte en el lugar del otro…?” Mutis por el foro.

Dejen tranquilo a Alex. Respétenlo. Lo están tratando como si hubiera cometido el delito de traición. Y no es así. Me gustaría saber qué consideran sus críticos que es el patriotismo. Y sobre todo ver cómo trabajan por su país. Si por casualidad Alex hubiera participado en el fabuloso Clásico y República Dominicana hubiera perdido a pesar de ello, las maldiciones contra él y todo el equipo se estarían oyendo por meses. Y es posible que, dado que no llegamos a la final, se diga como quiera que fue por su culpa, por no participar.

Hay quienes se burlan porque dicen que ha perdido una serie de juegos. Alex no ha perdido. Su equipo fue el que perdió. Porque Alex sóOlo no es el equipo. Es un miembro más. Extraordinario, ciertamente, pero que sin los demás no puede alcanzar ningún objetivo. El equipo de Alex perdió y, en burlona venganza por su supuesta desconsideración al país, lo menosprecian. Hacen escarnio de él. Lo quieren convertir en una especie de contaminado social, odioso de ver. Y todo se debe a su decisión valiente. Natural, si no lógica. Alex no es dominicano, es estadounidense de ascendencia dominicana. Es diferente. Lo apoyo porque yo sé lo que es eso. Estoy en la misma situación. Y hago equipo con Alex Rodríguez.

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