En defensa de la mujer

En defensa de la mujer

Siempre he dicho que el opio de los pueblos no es la religión sino la ignorancia; y que nuestro principal subdesarrollo no es económico sino cultural. Y, si a esa ignorancia le agregamos religiosos ignorantes, entonces sí que el tema se torna pernicioso e involutivo. También hemos dicho que más peligrosos son los fanáticos religiosos que los fanáticos políticos. La prueba de mis palabras sobre el fanatismo e intolerancia religiosa comenzó en tiempos de la inquisición en España, donde los reyes católicos instigados por el Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) cometieron las más bárbaras torturas y crímenes en nombre de la cristiandad. ¡Pobre Jesucristo que predicó el amor y la comprensión entre todos los humanos! ¡Cómo usaron tu nombre para denostar y humillar a todos los que no pensaran como sus verdugos! Lamentablemente, todavía continúa esa intolerancia religiosa en la actualidad con islamitas aberrantes.

Para tratar el tema del aborto terapéutico con seriedad y objetividad lo primero que debemos hacer es descartar la opinión e injerencia de todos los hombres que no tengan una esposa o una hija en edad reproductiva y a mujeres con esa misma condición física. Por tanto, están desautorizados todos los sacerdotes célibes, porque se supone que nunca estarán expuestos a esta situación.

Me parece que ya es tiempo de que nuestro Estado sea verdaderamente laico y que esa hegemonía que mantuvo la Iglesia Católica desde la absurda firma del Concordato con el dictador, cese de una vez por todas. Es necesario e impostergable reconocer los derechos de todas las iglesias por igual.

El máximo exponente de la Iglesia Católica dominicana ha mandado a callar a los que apoyan la observación del Presidente Medina, pero me parece que quien tiene que callarse es él mismo, que no tiene hijas ni esposa.

¿Cómo se va a condenar a muerte a una mujer donde un galeno experimentado le asegure que de no interrumpir el embarazo va rendir cuentas muy pronto con el creador? ¿Cómo es posible condenarla a vivir el resto de sus días con un hijo vegetal o con deformaciones monstruosas? ¿Cómo condenarla a parir de sus entrañas al hijo de un delincuente estuprador?

Y a ese producto anormal, ¿Cómo es posible también condenarlo a sufrir toda una vida de dolencias?

Este aborto terapéutico nada tiene que ver con un aborto criminal como método de planificación familiar o como ocultamiento del embarazo, que sí es condenable y deleznable.

Varios articulistas de alta comprobada calidad moral han apoyado la moción del Presidente, tales como Rosario Espinal y Bienvenido Álvarez Vega, entre muchos otros. El mandatario se ha anotado un gol de valentía y responsabilidad y todas las personas en su sano juicio deberían apoyarlo.

Secundemos y apoyemos al Presidente de la República y exhortemos a nuestros legisladores a pensar seriamente en este problema, porque a muchos de ellos bien podría presentársele esta situación.

Defendamos los derechos de la mujer.

 

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