En defensa del voto preferencial

En defensa del voto preferencial

En estos días de turbulencias postelectorales, se levantan voces contra una de las pocas conquistas que quedan de las reformas democráticas que se produjeron tras la reforma constitucional del 1994,  orientadas  a eliminar el arrastre y la manipulación por las cúpulas partidarias de los puestos electivos. Entre esas reformas se destacaron la prohibición de la reelección presidencial, la separación de las elecciones municipales y congresuales de las presidenciales, la introducción de las elecciones primarias, la creación de las circunscripciones electorales y el Voto Preferencial para la elección de los diputados.

La no reelección y la separación de las elecciones fueron borradas por la contrarreforma constitucional  del 2010, las elecciones primarias universales fueron nulificadas por las Suprema Corte de Justicia y marginadas recientemente con la anuencia de la Cámara Contenciosa de la JCE; las  Circunscripciones apenas existen en los municipios, y ahora es el turno del Voto Preferencial, que está siendo atacado por diferentes sectores políticos.

Existen dos formas básicas de convertir los votos en puestos: el Sistema Mayoritario, que crea circunscripciones uninominales para cada escaño a elegir, en que son electos quienes obtienen más votos; y el Sistema Proporcional, en el cual se eligen por demarcaciones o circunscripciones, de acuerdo a su población, que  se distribuyen en proporción a los votos obtenidos.  Nuestro sistema político arrastra deformidades, como desconocer el derecho de los ciudadanos a manifestar su rechazo a los candidatos existentes votando en blanco, sin computarlos como nulos; y niega al elector su derecho constitucional a votar por el Senador de un partido, y un Diputado de otro. El sistema proporcional es  más democrático porque le permite a los candidatos de los partidos tener representantes de acuerdo a los votos recibidos y no que el mayor se quede con casi todos.

El voto preferencial es una conquista irrenunciable, porque permite al electorado poner el orden de los candidatos que se presenten.  Sus inconvenientes provienen de la JCE,  que no cuenta sencillamente los votos de una lista de candidatos y plasma sus resultados en el Acta de Votación, sino lo complica; y de los candidatos a diputados, que corrompen a directivos y delegados de Colegios   para apropiarse de los votos ajenos, con los cuales contaminan los resultados.

Esta situación  producto de que los candidatos a diputados y tienen que disputarse los cargos hacia adentro y afuera simultáneamente, quedaba resuelta con la Ley 676-04 de Elecciones Primarias  universales y simultáneas, declarada inconstitucional por la Suprema Corte por  supuestamente afectar a los partidos políticos como organizaciones privadas; ya que ésta pasaba el Voto Preferencial a las Primarias, donde se definirían los lugares de las candidaturas en boletas cerradas para las generales.  Este procedimiento reservaba además  los espacios previstos por la Ley a las candidaturas femeninas.

Las declaraciones  contra el Voto Preferencial de distinguidos dirigentes políticos, olvidan tu situación que se vivía antes de su establecimiento,  o quieren retornar a los mecanismos oligárquicos de escoger candidatos del pasado. ¡La enfermedad no está en la sabana!

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