El alto índice de mortalidad materna por causas prevenibles, que prevalece en nuestro país muy a pesar de los avances de la medicina, forma parte de la gran deuda social que tienen para con las madres las autoridades que han agotado turnos en el ejercicio del poder. A esa deuda hay que sumar la fragilidad de las políticas de protección de la mujer ante la agresividad del hombre, agresividad que en nuestro país alimenta las cifras del feminicidio y acrecienta la legión de niños huérfanos por esta causa.

Es una realidad difícil de asimilar que ese ser sublime e incomparable que es la madre, ejemplo de sacrificio y abnegación, que en nuestro país muchas veces tiene que enfrentar sola la conducción del hogar y la crianza de los hijos, sea mantenido en un contexto social tan desventajoso frente al hombre. A esto se añade el trato desigual en materia de oportunidades de desarrollo y en cuanto a acceso a los puestos de toma de decisiones y de ejercicio de poder político.

En este día dedicado a las madres hay que meditar sobre la grandeza de este ser y su decisiva influencia en la formación de los futuros hombres y mujeres, y hacerlo con la convicción de que es necesario ir ensanchando los espacios de igualdad que le corresponden por naturaleza y pleno derecho. Premiar como se merece el especial sacrificio de la maternidad es deuda impagable.

LA BENDICIÓN DE LAS LLUVIAS 

La prolongada sequía parece llegar a su fin, o por lo menos ha hecho una pausa que permitirá aliviar las penurias de campos y ciudades. La falta de lluvias ha tenido efectos devastadores para la agricultura y la ganadería, y ha mortificado a muchas poblaciones al reducirse la disponibilidad de agua para consumo humano. Las lluvias registradas desde mediados de este mes han restaurado el verdor en algunas zonas del país.

Se ha pronosticado que la temporada ciclónica este año será moderada, con escasa formación de huracanes y tormentas tropicales, debido al fenómeno conocido como El Niño. Esto podría incidir negativamente sobre el régimen de lluvias. Procede que hagamos un uso prudente del agua que nos ha empezado a caer como una verdadera bendición.