En educación botaron el sofá

En educación botaron el sofá

Bueno, tantas cosas incomprensibles han venido pasando en Educación de un tiempo para acá que no sería de extrañar que también les hubiera dado por empezar a botar los muebles de la institución en aras de lograr condiciones más adecuadas para los estudiantes del país por mucho que el resto de los ciudadanos no seamos capaces de entender la sabiduría que se encierra tras esas decisiones.

Sin embargo, realmente, no se trata de que se estén botando muebles en ese Ministerio. No se ha llegado hasta ahí. El título de este trabajo seguramente extrañará a los lectores porque en verdad tiene su origen en un chiste de salón muy popular en Cuba y que se ha hecho más famoso por aportar un recurso simbólico a la gran picardía popular.

El chiste en cuestión se refiere a un buen hombre que llega repentinamente a su casa y al abrir la puerta se encuentra a su esposa siéndole infiel con otro hombre en el sofá de la sala; lógicamente, el hombre monta en cólera, se enfogona y lleno de ira coge el sofá y lo lanza para la calle. Resuelto el problema, ya no tenían donde engañarlo. “Botar el sofᔠha devenido entonces como expresión de pueblo para referirse a una decisión que no toca la médula del problema; a una acción que no va al fondo de un problema. Decirle a alguien ante un dilema que “botó el sofᔠviene a ser un insulto “intelectual” enrostrándole que no fue al punto crítico del problema.

Por supuesto, que ya ustedes, gentiles y perspicaces lectores, adivinaron que al vincular a Educación con un “sofá botado” no estoy haciendo referencia, en este caso, al problema de los textos integrados confeccionados, por expertos foráneos, porque los de aquí, al parecer, no tenían ni sofá ni sillas para sentarse a trabajar.

Me estoy refiriendo al hecho donde haber botado el sofá es más que claro: la suspensión del desayuno escolar. Ante la incapacidad de la institución para garantizar una distribución ordenada del desayuno a niños para los que, en una buena parte, quizás sea la única alimentación formal del día, no solo botar el sofá es una decisión irresponsable e indolente y expresión de la incomprensión de porqué el Gobierno central invierte tan cuantiosos recursos en garantizar a cientos de miles de niños un primer alimento esencial, el más importante del día.

Suspenderlo, “tirándolo para la calle” fue más fácil que remangarse la camisa y enfocar el problema con seriedad y valentía, identificando responsabilidades, detectando posibles irregularidades y aplicando las correcciones pertinentes. Después de lo visto y escuchado nos debe quedar la esperanza de que alguien pase por la calle – o finalmente lo manden a “pasar” -, recoja el sofá, lo entre y se faje a resolver un problema crucial para la niñez y el futuro dominicano. Dios me oiga y me conceda la bendición en los próximos días.

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