El país conmemora en esta fecha magna el l74 aniversario del inicio del viacrucis, inconcluso, de fundar a plenitud la República Dominicana, y los adalides de esa gesta inmarcesible, soldada con la epopeya de la Restauración, 19 años después, y la odisea de la guerra de abril de 1965, en una posta de 162 años más tarde, en el más lato sentido de la expresión, si vivieran, sintieran una profunda decepción.
Comenzando porque luego de 29 batallas, reyertas, escaramuzas y pleitos contra el afrentoso vecino invasor entre 1844-1856 en que conseguimos echarlos del país sin nunca pretender hacer lo mismo con ellos, pudiendo, en la Era de Trujillo y ahora, el país está invadido por ellos sin disparar un solo tiro. Esa será históricamente la peor lacra imperdonable e imborrable que marcará como un INRI al Partido de la Liberación Dominicana y a los presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina, que han saturado al país de nacionales haitianos indocumentados.
El ejemplo artero de Kosovo no ha motivado una reacción de rescate de la soberanía nacional que hoy es una musaraña de los retos que hemos todos debido asumir, y lo hemos relegado al imperativo del PLD.
La clase media ha devenido en cuarta, con ingresos mayores que se diluyen en cubrir el alto costo de la vida con todas las tarjetas de créditos explotadas, sin un ápice de posibilidad de ahorro, y los gobiernos del PLD, en 17 años, no asoman controlar ese flagelo que empobrece a la clase más importante de todos los países.
En 17 años, el PLD no ha sabido superar el déficit energético, encabestrar la criminalidad que aterra, el desorden del tráfico, ni aperturar nuevos mercados que nos liberen del chantaje haitiano.
¿Tantos sacrificios, para qué?