En el 2008 ¿Un nuevo plan o un nuevo corazón?

En el 2008 ¿Un nuevo plan o un nuevo corazón?

MARLENE LLUBERES
Ha llegado un nuevo año y, junto con él, nuevas metas para ser alcanzadas y diversos  proyectos a ser ejecutados.

Después de haber hecho un análisis  del año que recién termina, agradecemos las cosas  favorables  y, lamentando aquellas  que no lo fueron,  tomamos la determinación de iniciar un año diferente al anterior. Decididos a obtener éxito y mayor cantidad de objetivos cumplidos, dejamos atrás las decepciones y los propósitos no logrados y,  llenos de esperanzas,  nos adentramos en  la carrera que se nos pone por delante, convencidos de que, en esta ocasión, los resultados serán aquellos que esperamos.

Al transcurrir de los días, son muchos los intentos que el hombre hace para que su vida y circunstancias sean diferentes, quizás sin darse cuenta de que la única forma en que lo logrará  será  cuando se produzca un cambio en el interior de su ser, en su alma y en su corazón.

Prueba inequívoca de ello la encontramos en cada una de las enseñanzas que Jesús nos dejó en las Escrituras. Jesús caminó durante tres años dejando un testimonio de vida, para que el hombre, en su permanencia en esta tierra,  pudiese seguir su ejemplo, a través del cual se muestra la correcta condición y actitud que debe existir en el hombre.

El Hijo de Dios vino a servir y no a ser servido, enseñó a amar, aun a nuestros enemigos. Actuó con mansedumbre y misericordia  frente a la implacable ira  que sobre Él se levantaba. Sufrió ofensas, heridas que lo llevaron hasta la misma  muerte y nunca abrió su boca para defenderse. Caminó supliendo  la necesidad de muchos. Trajo consuelo al afligido, libertad al alma oprimida, sanidad al enfermo, esperanza a quien la había perdido.

Jesús vio el corazón y no la apariencia. Su palabra era medicina para quienes la escuchaban.

Nunca buscó su exaltación sino la de Dios, Su Padre, con quien tenía una relación profunda de amor y dependencia. Sabía que la fortaleza para enfrentar el día a día sólo la recibiría al buscarlo a Él, expresándole con palabras todo lo que estaba en su interior.

Fue el modelo perfecto de humildad y paciencia. Dejó una constancia irrefutable de la obediencia a Dios, como el único modo de lograr  el éxito que se espera cuando se persigue un propósito determinado. El caso de Cristo implicó  la muerte de cruz para salvación de  la humanidad.

Únicamente si dejamos que Jesús entre a nuestro corazón, restaurándolo, limpiándolo y transformándolo,  podemos ser como Él, porque del corazón manan los malos deseos, las pasiones desordenadas, la envidia, los celos, las contiendas, la codicia, la avaricia y toda acción incorrecta.

Pidámosle al Creador que haga de nosotros  personas con un nuevo corazón, que nos permita ver  a quienes nos rodean como Él lo haría porque si nuestro corazón es transformado así lo será  también nuestro pensamiento y por ende nuestro accionar.

Que surja en nosotros una necesidad  de renunciar a aquellas cosas que nos desvían del camino impidiéndonos recibir todas las bendiciones que Dios tiene para nosotros, conforme a Su voluntad que es buena, agradable y perfecta.

Hagamos el firme propósito de parecernos a Jesús  como única garantía de que nuestra vida será diferente, nuestras familias  estarán llenas de su amor y  nuestros planes estarán dirigidos hacia el éxito.

Creamos, pues, que si le permitimos a Dios forjar en nosotros el carácter de Jesús, tendremos la seguridad de que el 2008 será  el año  en que nuestros deseos se harán realidad, ya que los mismos surgirán de un corazón conforme al corazón de Dios.

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