En el 30 de junio:Al  maestro
y a la maestra con cariño

En el 30 de junio:Al  maestro<BR>y a la maestra con cariño

MELANIA EMETERIO RONDÓN
Esta  fecha  del  30 de junio  tiene o debe  tener  para  la sociedad dominicana una significación muy especial,  emotiva y de  profunda  gratitud. Es el día del  maestro  y  de  la maestra, fecha de connotación especial, pues  las aulas  son espacios  forjadores de esperanzas donde   se   aguarda  con avidez    el  momento culminante  de un  año  escolar   que, entre   exámenes   y  tareas  disímiles, y en   ocasiones abrumadoras, se disfruta el saber  que  todo  confluye  en una entrega de notas anunciadora  del ascenso a  un  grado superior cuyo  logro    estuvo  precedido del estímulo constante   de  la  maestra/o  indicando  la  necesidad  de avanzar. 

Ese  día, el regalo o presente que acompaña  a  la entrega de notas  es un lindo gesto que debe conservarse.

En  este especial día saludo y felicito  a quienes  siguen ahí,  alfabetizando,  socializando e introduciendo  a  cada generación   en  los  primeros conocimientos   básicos  para seguir  el vuelo ascendente  de la preparación superior.  Es pues  una encomiable labor social, cultural y humanista  que acompaña  el  proceso  de  enseñanza  y  aprendizaje    para engrandecer al país.

El  profesorado  nuestro, aunque esto no  sea  noticia  que destaquen  los  medios,  es un colectivo   que  se  capacita para  cualificar  su  trabajo,  y  ponerse  acorde  con  las exigencias de los nuevos tiempos, y para ello hace esfuerzos denodados  en  medio  de sus responsabilidades  familiares, docentes  y  personales. Ell@s   merecen  la  gloria  en  un tiempo  en  que   para trabajar en las aulas son  necesarias mucha  entrega y fortaleza de ánimo  frente a  la rebeldía social  multicausal que convive junto a la ínfima valoración de lo que es noble y bueno.

La  mayor  recompensa que pueden tener   en  este  su  día especial,  es  el  respeto  y reconocimiento    a  su  labor magisterial  y de  promoción de   valores  como     los que acompañan al éxito mediante la continuidad de los  esfuerzos para alcanzarlo. Esa labor callada pero titánica  y llena de vocación, hay   que   emularla   haciendo    el    debido reconocimiento público.  La  deuda  de  gratitud  que la sociedad tiene con la maestra/o es una deuda jamás saldada. No se puede pagar el amor, la afectividad  ni esa siembra de empeño  y desvelo, algo que suele diluirse  cuando se  llega a la educación superior.

Como  la  gratitud  es  uno  de  esos  valores  que  debemos desarrollar y ejercitar con esmero, pienso que ese  universo de   profesionales,  técnicos, peritos  en  cualquier  área, luego  de  salir de las aulas,  debe recordar siempre  a  ese profesorado,  y  reconocer  que   los  títulos   y   méritos alcanzados no se forjaron solos, pues allí está presente  el amor  y  los esfuerzos iniciados en esas aulas, lugar  donde maestr@s permanecen aunque sin mucha promoción  social  ni económica  para  exhibir  ante  quienes  ayer   fueron sus discípul@s  y  que se profesionalizaron en  otras carreras socialmente  más valoradas. Recordemos que la  gratitud,  es virtud  que ennoblece a las personas y por derivación a  las sociedades.

Hoy  en día no faltan quienes atribuyan al profesorado  toda la  responsabilidad    de los males de la  educación,   pero pierden  de vista que esa labor se realiza   en una sociedad cuya   modernidad   en  cierto sentido ha  traído  una  dura competencia  para la labor  docente dentro del aula y  fuera de  ella. Internet, música de extraño contenido  y desgarro familiar,  entre  otras,  son  de  las  cosas  que  compiten deslealmente  en  atención  y preferencia  con  la  escuela. Pero pocas personas hablan de las necesidades  profundas del sector magisterial. Es que se han acostumbrado a verle desde un    imaginario   místico  cuya vocación de servicio invisibiliza  sus    necesidades y urgencias  humanas como otros profesionales y expertos.

Soy  de  opinión    de que se hagan estudios  a  profundidad para  detectar  las necesidades y situación particular   que afectan  al profesorado, y que las ponderaciones resultantes formen parte del concepto y de la aplicación de la   reforma educativa, por vía de la cual  deben ser incluidas  demandas y   necesidades   materiales  como  por  ejemplo: salarios concebidos según  la dimensión de la responsabilidad que  en sus  manos  se  coloca,  y que en ese  mismo  orden sean ventiladas  las  condiciones de trabajo,  la calidad  en  la atención  en  salud  así  como también  de  sus  necesidades espirituales y de recreación, es decir, la calidad  de  vida profesoral. De esta manera habrán  condiciones  óptimas para lograr los  supremos objetivos de la enseñanza. Ojalá que se materialice este propósito, y que al mismo tiempo,  llegado el  momento  de  la  jubilación,   reciban   incentivos  que expresen  la  valoración  de un  meritorio trabajo.  Esto debe  ir  acompañado de una campaña  por el  rescate  de aquellos valores y actitudes  que hacían de la maestra y del maestro una personalidad inspiradora de respecto   y  alta estima social y comunitaria.

Maestras y maestros  que  asumen en el día a día, años  tras años,  esa  noble  enseña del aula bendita donde  vierte  el maestro su fe como bien dijera Carmen Natalia Bonilla en  el Himno  de  Graduación que escribiera, ustedes  merecen  más, por  eso  rememorando otros tiempos y mirando  el  presente, quiero  volver a repetir aquella linda frase de una  canción de  años idos, para decir con agrado en este 30 de junio: al maestro y a la maestra con cariño.

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