En el Banco Central, una historia sobre la moneda

En el Banco Central, una historia sobre la moneda

Quienes escriben sobre arte suelen tener sus frases predilectas. Recordamos siempre las palabras del maestro venezolano y sobrino-biznieto de Juan Pablo Duarte, Carlos Cruz Díez: “Los bancos son el templo del arte”.
Así, el Banco Central de la República Dominicana, máxima institución financiera del país, promueve arte y cultura dominicanas: su Departamento Cultural realiza actividades en estrecha coordinación con la Gobernación y la gerencia del organismo, una relación abierta a la comunidad y al público en general.
Como bien señalaba el arquitecto Omar Rancier, comentando la “Vieja Sede” –exterior e interior–, “el Museo Numismático y Filatélico, creado en 1978 e inaugurado en 1985, cuenta con tres salas: la Sala Numismática donde se encuentra el museo de monedas, billetes y medallas, la Sala Filatélica, donde se exhibe una colección de más de cien años de sellos dominicanos (desde 1865 a 1999), y la Sala de Exposiciones Temporales, que se usa para exposiciones cortas”. Con emoción evocamos a su autor y museógrafo, recién partido, Pedro José Vega…
La Sala de Exposiciones Temporales propone periódicamente, en fechas significativas, muestras concebidas con gran seriedad y ponderación, marcando la identidad y el orgullo de la nacionalidad. En este espacio ameno, conmemorando la Gesta de la Restauración, se presentaron las “Huellas de la Restauración” –homenaje en datos y retratos a los héroes de la libertad recobrada–, y, este año, se ofrece una muestra particularmente atractiva, sobre la historia de la moneda dominicana, en doce paneles y una vitrina.
Historia popular de la moneda dominicana. A menudo escuchamos – ya no tanto–, hablando de un personaje rico, “él tiene cuartos”, o los lamentos de otro: ¡“no tengo ni una mota”! Si se comprende perfectamente, no siempre se sabe a qué elementos concretos y/o simbólicos, estas frases se refieren. Disfrutando la encantadora y didáctica exposición “Historia popular de la moneda dominicana”, estamos ilustrados. El primer panel enseña los “cuartos”, o sea, las primeras monedas acuñadas de República Dominicana; el segundo, las “motas” o sea moneditas de valor muy pequeño, que se depreciaron aun más…
Sucesivamente, miramos y admiramos ejemplares originales, que son parte del tesoro patrimonial. Así, el visitante descubre piezas y billetes, a menudo auténticas curiosidades, como los “tokens” (panel 6), fichas impuestas a los trabajadores para comprar en las bodegas del ingenio azucarero, o los sorprendentes “billetes municipales” (panel 9).
El itinerario, de muy notable claridad y consistencia, parte prácticamente del nacimiento de la República hasta nuestros días con la sustitución del billete de un peso por la moneda metálica amarilla, recorriendo las diferentes etapas y modalidades de emisiones monetarias. Aquí, la obra es el dinero del pueblo dominicano, desde antes de la modernidad y a merced de políticos y caudillos.
La museografía y el montaje resultan inobjetables, incluyendo la central vitrina de la “botija”. Los objetos y testimonios, parte de una colección oficial, abundan. Los textos son esenciales y fáciles de comprender; los tres dibujos de Vladimir Velázquez interpretación indiscutible. La Historia Popular de la Moneda Dominicana, concebida y realizada para que alcance a todos los públicos, se inscribe entre estas “pequeñas grandes exposiciones”, que los jóvenes deben visitar. Todavía estará abierta cuando se inicie el año escolar…

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