En el blanco, señor Procurador General

En el blanco, señor Procurador General

Ha sido una constante, que los embajadores de los países más desarrollados cuando inician sus funciones en nuestro país, se destapen con declaraciones tremendistas, que de seguro no lo harían en otro país de igual o mayor influencia en la opinión mundial.  El nuevo embajador de los Estados Unidos de América, señor Raúl Izaguirre, no ha sido la excepción y sin importarle su posición diplomática y sobre todo el precepto en derecho internacional “de no intervención en los asuntos internos de otros Estados”, criticó la manera en que son tratados los inmigrantes haitianos en nuestro país, olvidándose el refrán criollo que dice: “no escupa para arriba, pues le caerá su propia saliva”.

El señor Procurador General de la República, doctor Radhamés Jiménez, le restó calidad al señor Embajador Izaguirre para juzgar a las autoridades dominicanas por el ejercicio de su derecho al apresamiento y deportación de los haitianos ilegales, ya que en los Estados Unidos de América, no sólo hacen lo mismo, sino que han erigido una inmensa valla para detener a los que desde México intentan penetrar ilegalmente al país, hecho que semeja al muro de Berlín que fue tan cuestionado por el tratamiento cruel que se le infringía a los que trataron de sobrepasarlo.  Con razón el señor Procurador General le recordó, que en nuestro país no se vulneran los derechos de los haitianos como son tratados los latinos cuando son atrapados en territorio norteamericano los cuales son esposados y deportados.  Es dado recordarle que nuestro Embajador en Washington, cuando esto acontece, no recrimina al Coloso del Norte por esta inhumana acción.

En el pasado también, embajadores de Francia, Canadá y hasta de Venezuela, se atrevieron a marcarnos pautas en el tratamiento que le acordamos a los haitianos, no olvidando que Francia como nación colonialista, le dio un tratamiento vergonzoso a los argelinos y demás inmigrantes de las antiguas colonias africanas, a las cuales, después de haberlas saqueado, no querían que sus antiguos subordinados viniesen a la metrópoli para tratar de alcanzar un mejor nivel de vida.

Actualmente, 52 mujeres dominicanas fueron atrapadas en su intento por penetrar a Grecia clandestinamente desde Turquía. ¿Cuál ha sido la reacción del gobierno griego? Deportarlas a su país de origen.  ¿Podrá el embajador dominicano en Atenas enrostrarle a Grecia que esas mujeres han sido maltratadas?  Por supuesto que no.

La ingratitud se aposenta  en un país a cuyos ciudadanos se les recibió como refugiados cuando en 1937 estalló la Guerra Civil en España y a quienes se les permitió repatriar las riquezas que acumularon con su tesonero y arduo trabajo.  Sin embargo, hoy esa ya “No madre patria”, trata a los inmigrantes de esta parte del Atlántico como “sudacas”, expresión despectiva que implica una discriminación,  tanto de origen como de raza.  Sin embargo, este país que ha envejecido y cuya única solución para el campo recae en los inmigrantes, paga una suma en euros y la repatriación, a todos aquellos que deseen retornar a sus países de nacimiento.

¿Habrá dado el embajador dominicano en Francia alguna declaración, o enviado una nota de disconformidad al Ministerio de Asuntos Exteriores  cuando el presidente Sarkozy ordenó la deportación de los gitanos? 

Después de señalar someramente esos casos de injerencia en nuestros asuntos internos; que en el pasado han sido muchos y hasta groseros y provocantes, el Ministerio de Relaciones Exteriores debería enviar notas de protesta cada vez que uno de los embajadores acreditados en el país  asumen la posición de pro-cónsules del imperio y se destapan con  intromisiones en asuntos de nuestra sola incumbencia; lo cual si lo permitimos, va en desmedro de nuestra imagen  como país independiente y soberano.  Por todo lo anterior,  albricias señor Procurador General de la República.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas