En el camino del caos cívico

En el camino del caos cívico

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Una grave sensación de frustración y asomo de una ruptura completa por el orden y la observación de las reglas elementales para garantizar la paz, comienza a vislumbrarse en distintas esferas del accionar humano en el país, sembrando en todos el temor de estar en el umbral de un caos cívico.

Muestras tan simples y esenciales, en la buena marcha del tránsito de los vehículos, vemos como ahora, y todas las noches, la circulación de decenas de vehículos sin las luces reglamentarias completas. Y ver y sufrir esto, en una carretera tan estrecha, peligrosa y en construcción, de Baní a San Cristóbal, constituye un riesgo enorme para los que aspiran retornar a sus casas sanos y salvos. Es normal ver en ese tramo de la carretera Sánchez más de 20 vehículos, en menos de 45 minutos, transitando en una u otra dirección sin las luces requeridas, en especial los minibuses, volteos y camiones pequeños de carga en un flagrante desafío a las autoridades.

El desafío a las autoridades de tránsito viene determinado por la ausencia de las patrullas de caminos y más en las horas nocturnas, que antes aparecían en algunos tramos, y ahora, por temor, por carecer de combustible para sus vehículos, no tener pilas para los focos, tener averiados los vehículos y no haber  dinero en la policía para repararlos, etc., todo se conjuga para hacer de las carreteras un territorio libre de autoridad. Esto se manifiesta en el incremento de los asaltos de los camiones, de como se roban el alambre de la línea eléctricas de transmisión y telefónicas. Así mismo apedrean los vehículos desde de ciertas horas de la noche que circulan por la autopista de Las Américas, en la 6 de Noviembre, en Villa Altagracia. Incluso en la 6 de Noviembre son frecuentes unas competencias arriesgadas que hacen los motoristas, sin que ninguna autoridad los detenga, en franca violación a la ley.

El deterioro de moral de las autoridades para hacer valer el poder para hacer cumplir las leyes, es algo que se está transmitiendo a la población como si fuera una constante a todos los niveles de las instituciones civiles, policiales y militares, como parte de una impunidad entronizada, que permite a todos querer hacer los que les venga en ganas.

El desafío constante a las autoridades, por parte de los delincuentes con el auge tan notable de la violencia, que ya no es por la falta de trabajo o de oportunidades, sino como un placer para destruir, matar, etc., a quienes temen enfrentar a los antisociales, demuestra una tendencia peligrosa que esparce la sensación de que las autoridades son muy débiles; y como diría Pablo McKinney, no hay temor de que algún enérgico militar, o líder en gestación, podría estar a la espera de su oportunidad para entonces destruir definitivamente la democracia, es que ha hecho grande a muchos países en los últimos años como es el caso chileno, que por no volver a una férrea dictadura, han fortalecido su democracia; así mismo los tigres asiáticos, por el temor un comunismo trasnochado, como el norcoreano, pudiese afectar sus avances, han trabajado con ahínco para fortalecer sus economías, y con su brillante educación, han sabido dar el ejemplo de desarrollo en los pasados 20 años.

Aquí hay una atmósfera de que cada quien puede hacer lo que quiera, como lo demuestra el auge del narcotráfico, de que los policías todavía utilicen los vehículos recuperados después de robados y buscar por cualquier medio la riqueza fácil. Por igual, los políticos, se han encargado de contaminar al país con sus ambiciones desbordadas, ocasionando la mayor parte de ese deterioro de la autoridad.

Lo menos que le interesa al enjambre de políticos ambiciosos, es trabajar por el país, ya que antes lo hacen por su bolsillos y arrasan con todo. Sus estrategias, desde los cargos que desempeñan, es establecer las bases del continuismo en el disfrute del poder, premiando a sus seguidores, comprar adhesiones y aislar a los políticos que valen y son honestos dentro de sus partidos. Todo es parte de su plan personal, sin importarle que el país se está cayendo a pedazos por todos los rincones. Por más dinero que estén recaudando, con el eficiente sistema de recaudación de impuestos, es lo único notable de los últimos meses que contrasta con el temor de los que mandan, para ejercer realmente su poder legal y democrático.

El país no puede seguir por el actual sendero cívico, con la sensación de abandono a que las autoridades lo han sometido con una proyección de una conducta indolente. Se deberían revisar muchas actuaciones para ver si los grandes fallos son fruto de una permisibilidad de no castigar a quienes violan la ley, pese a que se anuncian muchos planes, hasta contra la corrupción, pero nada aterriza y todo permanece en el aire.

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