En el confuso problema de las drogas

En el confuso problema de las drogas

Luchar contra delitos que movilizan astronómicas sumas de dinero fuerte, es harto difícil. A veces uno piensa que flexibilizando las regulaciones de consumo podría perder fuerza el atroz negocio del narcotráfico ¿No fue positiva la abolición de la Ley Seca, denominación  popular de la Ley Volstead (Volstead Act), que prohibió en los Estados Unidos la fabricación y venta de bebidas alcohólicas y dio origen a un terrible bandidaje, especialmente en Chicago? La prohibición  dio lugar, no sólo al contrabando sino a la producción clandestina, aún más tóxica, y a  un enorme auge de la delincuencia.

Hubo que derogarla. Ahora, en el caso de las drogas en nuestro país, tal medida no me parece ni prudente ni sensata. Son otros los caminos preventivos, las actitudes urgentes que se requieren y que aunque se conocen, no se aplican.

Día a día vemos más resultados fatales del incremento incesante del narcotráfico en nuestro país. Más asesinatos, mayor violencia latente, muestras de unas acciones sadistas que nos eran ajenas, fuera del pequeño grupo de torturadores y quienes los manejaban, especialmente en el torbellino patético de la enloquecida fase final de la dictadura trujillista.

Estas actitudes han ido creciendo desde que la permisividad, el auge de la impunidad, se han agigantado a través de distintos gobiernos, sin que las sanciones –cuando las hay- estén a la altura del delito.

Se conocen miles de “puestos de droga” que simplemente se trasladan cuando son “cerrados” por la autoridad. Se sabe que no se puede entrar en el “negocio” a menos que se cuente con amplio apoyo de poderosos personajes  militares y civiles, además de disponer y manejar abiertamente cuantiosos recursos económicos.

¿Y de dónde salen tantos millonarios cuyas fortunas no obedecen a denodados esfuerzos laborales, visibles durante muchos años?  ¿Acaso se investiga el origen de esas riquezas llegadas como un tornado?  ¿Pagan los debidos impuestos al Estado, que está obligado a defender al pueblo contribuyente?

Nos gusta imitar cosas de Estados Unidos. Algunas. Otras no, como es la rígida aplicación de las leyes.

Se nos olvida que el gangster Al Capone, una de las figuras más importantes en los círculos criminales norteamericanos, que no había podido ser atrapado por sus múltiples delitos, pudo ser encarcelado por no pagar con exactitud sus impuestos al gobierno federal.

Yo veo aquí esos autos de lujo último modelo en sus versiones más costosas, esas residencias o apartamentos en torres suntuosas donde viven como multimillonarios y me pregunto ¿de dónde sacaron tanto dinero de repente?

Corresponde al Estado investigarlo, y no creo que sea muy difícil dar con la fuente áurea de tantos teneres.  La droga nos ha inundado y la complicidad crece silvestre abonada por la impunidad.

Veo un letrero de la Dirección de Control de Drogas que dice: “DNCD, por un país libre de drogas”.

 No espero tanto, pero sí que, en esa materia, regresemos a unos treinta años atrás, cuando el drama de los estupefacientes no era aterrador.

Ni lo era el descaro y la arrogancia desvergonzada y pestilente.

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