En el día de la mujer

En el día de la mujer

En pleno siglo 21, la discriminación en perjuicio de la mujer hace dudar de los avances que algunos atribuyen a la humanidad en materia de respeto y reconocimiento de derechos sociales e individuales. La fuerte vigencia de la  violencia de género,  marginación  laboral y otros problemas que afectan a la mujer es el patético indicador de que la sociedad sigue validando patrones discriminatorios que no deberían existir en estos tiempos.

La universidad Intec, en su estudio “Estado de situación de las mujeres dominicanas al 2011”, señala que en nuestro país todavía cuesta trabajo asumir que los problemas que lesionan a las mujeres afectan al conjunto de la sociedad. Destaca cómo los partidos políticos y el Estado descuidan   los problemas de las mujeres, “a pesar de que constituyen la mitad de la población,  poco más de la mitad del electorado, 60% de quienes estudian en las universidades y 80% de quienes se gradúan con honores”.

Hay que reconocer que los avances logrados por la mujer en materia de reivindicaciones económicas, políticas y de género se deben más al propio esfuerzo y la abnegación femeninas que a la voluntad de los políticos y las políticas de  Estado. El hecho de que en nuestra sociedad sea sustancialmente minoritaria la participación femenina en  la toma de decisiones habla de la magnitud  de la discriminación de género.

Indiferencia cómplice

En estos días, con varios reportajes el vespertino El Nacional ha puesto en el tapete el problema de la ocupación de los espacios públicos por comerciantes,  constructores, talleres y otros negocios, en perjuicio del derecho de circulación de los ciudadanos. Se trata de un mal que afecta a las principales ciudades del país, donde la condición de “padre de familia” es invocada como salvoconducto para violar la ley.

La capital es ejemplo elocuente de esta ocupación y de la indiferencia cómplice de autoridades que han visto nacer el problema, lo han dejado crecer y ahora le temen al costo político de resolverlo. Debajo de algunos elevados se han establecido negocios de todo tipo, sin que ninguna autoridad enfrente la situación. Las aceras han sido tomadas como puntos de expendio de todo y el transeúnte tiene que tirarse a la calle. Todo ocurre ante el silencio y la indiferencia de las autoridades.

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