En el laberinto de las alianzas electorales

En el laberinto de las alianzas electorales

Las alianzas políticas, básicamente con fines electorales, ha sido un elemento presente en nuestros procesos comiciales, e incluso luego del establecimiento de la segunda vuelta presidencial ha sido un estímulo para que organizaciones mayoritarias busquen el apoyo de las minoritarias para ganar en primera vuelta; sin embargo nunca como hoy las alianzas se habían convertido en obstáculos a la democracia interna de los partidos, al escalafón político y al surgimiento de nuevos liderazgos.

Las alianzas en nuestro país representan una vía para que el partido que las encabeza refuerce la posibilidad de ganar en primera vuelta las presidenciales o agenciarse la mayoría en el Congreso y los municipios; para los partidos minoritarios representa la oportunidad de mantener una franquicia y agenciarse puestos electivos, posiciones en el gobierno u otras tantas canonjías a la hora del reparto del pastel.

El primer gran bloque de partidos para unas elecciones fue una carpintería del Dr. Peña Gómez que logró conformar el “Acuerdo de Santo Domingo” y el triunfante “Acuerdo de Santiago”, pero el más exitoso en esas tareas lo ha sido el PLD con el “Bloque Progresista” tanto en elecciones presidenciales como en las congresuales y municipales.

En la actual coyuntura, cuya génesis lo fue la reforma constitucional, resulta que el partido oficial ha logrado, aparte de los nucleados en el bloque progresista, con excepción de la FNP, también al PRD, el partido más viejo del sistema, el que luchó por la libertad y la democracia, el que ganó tres elecciones presidenciales y en las dos últimas contiendas ha sido, partido a partido, el que más votos ha obtenido.

La división del PRD, la imposibilidad de su presidente Miguel Vargas Maldonado de quedarse con la mayoría y la incapacidad de construir un liderazgo con posibilidades de representar una opción de poder, lo ha llevado a aceptar la lógica del PRSC y de la multitud de partidos minúsculos, que logran sobrevivir en cada proceso electoral aliándose con la fuerza ganadora y logrando el oxígeno que proporciona la repartición del botín.

Este acuerdo PRD-PLD parecía un “clavo pasao” en la medida que Vargas Maldonado se adelantó a la firma y anunció el acuerdo, sin ningún rubor por consignas pasadas anti-reeleccionistas, y además renunciando a su candidatura presidencial que fue la manzana de la discordia y la división. La negociación en principio parecía un buen negocio, el PRD apoyaba la candidatura del Lic. Danilo Medina y en cambio se le garantizaba la repostulación de los diputados, alcaldes, directores, regidores y vocales, pero lo que olvidó en ese momento el presidente del PRD es que el acuerdo interno del PLD solo garantizó la repostulación de senadores y diputados, por cierto los que garantizaron el voto en la Asamblea Revisora, mas no los alcaldes y subalternos.

Así la cosa, aparentemente no habrá una alianza total con el PRD y mucho menos con el PRSC que cuenta con candidaturas, como la de Josecito Hazim, capaz de derrotar al candidato del aliado oficialista.

Se trata de un laberinto interesante donde se mueve el triunfalismo oficial, el desencanto de ciertos perredeístas, la frustración de los que no podrán optar por un ascenso político en el PLD y lo más lamentable, el deterioro del sistema democrático en la medida en que los acuerdos, alianzas, encuestas y pujas de grupos sustituyen las primarias internas.

Las alianzas parciales, si bien podrían impedir una “barrida” a todos los niveles, como aspiran algunos amigos artífices de ellas, podría favorecer un cierto fortalecimiento de este endeble edificio institucional en la medida en que la oposición aproveche esta coyuntura y postule buenos candidatos que le permita obtener senadores, una mayor cuota de diputados y de municipios. Sería un buen comienzo para el PRM y para la democracia contar con un partido de oposición fuerte, preparado para futuras contiendas, porque lo cierto es que a nivel presidencial parece una tarea imposible tumbar los niveles de aceptación del Presidente y candidato Danilo Medina o por lo menos cerrar de forma apreciable la brecha entre éste y el Lic. Luis Abinader.

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