En el mantenimiento no hay grasa

En el mantenimiento no hay grasa

El hecho de que uno vea decenas de voluntarios pintando y reparando la verja del Jardín Botánico o que se gasten 700 millones de pesos en reparar y rehabilitar el Palacio de Bellas Artes revela el bajo concepto que existe en la mentalidad de los burócratas en cuanto a la importancia del mantenimiento de las obras.

Y no está de más decir el caso de las vías de comunicación, calles y carreteras que son el motivo principal de las protestas populares de barrios y pueblos, estimulados por la desidia de las autoridades en atender esas importantes medios de comunicación, que por el descuido se vuelven inutilizables por falta quizás tan solo de una pala de asfalto, o de un poco de caliche o de alguien que los rellene como hacen numerosos niños en los caminos vecinales, esperando una dádiva de los conductores, ya que Obras Públicas, ni los ayuntamientos y ninguna otra autoridad se acuerda de repararlos. Es desconsolador el descuido en las carreteras del Este.

Las cifras que se anuncian cada vez que se restaura una obra pública son impresionantes.

Es que en esos valores no solo se incluye el valor del trabajo, sino los numerosos peajes que necesitan aportarse a los políticos, que como padrinos, exigen de los contratistas beneficiados, cosa que no ocurre cuando Obras Públicas limpia la cuneta de la carretera 6 de Noviembre. Se deberá continuar con las cunetas laterales, las cuales están dañando la vía por su abandono total desde que se construyera a principios de la década de los 90. Las cunetas laterales, ya con árboles adultos que deben ser removidos, son más importantes que la central.

Por eso es que vemos de cómo los trabajos de mantenimiento de la carretera Duarte se ha limitado en los últimos meses a mantener varias brigadas cortando continuamente la yerba mientras las reparaciones de la superficie de rodadura se ejecuta someramente. Con excepción de los trabajos costosos llevados a cabo en la zona de La Cumbre, nada notable se ha hecho. Parece que se espera de un deterioro mayor para entonces buscar un préstamo, o alguna empresa, que por concesión y administración de los peajes reconstruya la vía, que es el nervio esencial de la economía. Viadom no será la solución y el daño será peor.

Al dominicano se le hace difícil entender la necesidad de darle mantenimiento a todo lo que utiliza. El desprecio mayor para esa labor es cuando se llega a nivel de funcionarios ya que se le abren los ojos para negociar contratos millonarios que le permitan enriquecerse rápidamente, como es lo que se exhibe impunemente por la ostentación con que se desenvuelven a todos los niveles sociales.

Entonces el mantenimiento a las obras tales como edificios, vías públicas, canales, acueductos, etc. es nulo y estas obras  se deterioran rápidamente, provocando serios inconvenientes a la ciudadanía que paga sus impuestos y ven cómo estos no se aprovechan para el bien común, mientras esas recaudaciones se desvían por los más diversos caminos oscuros de la corrupción, del gasto corriente y de un gasto social para fines políticos, mal encauzado y despilfarrador.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas