Si a Fidel Santana, un dirigente de la izquierda revolucionaria graduado Magna Cum Laude en protestas callejeras, le hubieran dicho hace algunos años que saldría en una foto publicada en primera plana agarradito de mano de Vincho Castillo, patriarca de la ultraderecha dominicana, sellando con ese gesto triunfalista una alianza de once partidos de oposición, lo menos que le hubiera hecho al que se atrevió a hacerle ese absurdo vaticinio sería darle una cortada de ojo. El cruce de macos, cacatas y culebras, para asombro de muchos, es ya un hecho que un electorado confundido y desconcertado tendrá que asimilar para bien o para mal, pero lo inquietante de esa alianza es que no se sabe a ciencia cierta quién es quién. ¿Cuáles son los macos? ¿Quiénes son las cacatas? ¿Cómo reconocer a las culebras? Al meterse todos, por voluntad propia, en el mismo saco, resulta imposible separar a los mansos de los cimarrones, pero es evidente que eso no les importa ni a unos ni a otros, pues de lo que se trata es de llegar al Gobierno o al carguito, que para eso está ahí el Presupuesto Nacional. ¡Ese es el mensaje que le están enviando a un electorado mayoritariamente joven, harto de lo mismo, que en lo adelante no sabrá por quién votar! Claro está, desde la racionalidad política o el pragmatismo salvaje y descarado siempre es posible explicar y justificar la utilidad política de esa alianza, sobre todo si el objetivo es desalojar al PLD del poder y rescatar las instituciones democráticas que mantiene secuestradas, como es el caso del Congreso Nacional. Pero es obligatorio preguntarse si no se estará pagando un precio demasiado alto, y sin ninguna garantía de que las cosas realmente cambiarán; o si con esa alianza no se estará entregando una patente de impunidad (¡otra mas!) a quienes su salida del PLD no exonera de responsabilidades por todas las diabluras cometidas en los últimos 20 años de gobiernos peledeístas. ¿Alguien se anima a responder?