En el palacio

En el palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Reproducimos a continuación la última parte del texto de la carta que nos remitiera el señor embajador dominicano en Brasil, Manuel Morales Lama, para aclarar conceptos de una columna anterior:  “Respecto al Cónsul en São Paulo, Sr. Héctor Dionisio Pérez, citado también en Vuestro artículo, por revelador solamente nos circunscribiremos a referirnos al hecho de que quien suscribe en las últimas semanas ha estado realizando varias gestiones oficiales y personales a instancia expresa de él, a su favor y asimismo a favor del Consulado bajo su dirección, en São Paulo, Brasil, en el marco de las responsabilidades que nos vinculan y, naturalmente, del comportamiento digno y respetuoso que requiere nuestro ejercicio.

Tal como lo hicimos telefónicamente, permítanos en este texto hacer un reconocimiento a la Cónsul General de República Dominicana en Río de Janeiro, Doña Joseline Rosario de Rosa, una funcionaria capaz, eficiente, y que actúa siempre en el marco de la institucionalidad, con quien coordinamos eficazmente las actividades realizadas en Río de Janeiro y quien prácticamente sólo necesitó el respectivo soporte que corresponde al Jefe de Misión Diplomática para realizar con gran acierto y esmero esas actividades. Finalmente, consideramos nuestro debe dejar constancia, y es un hecho de fácil confirmación, “modestia aparte”, que siempre que hemos prestado servicios, éstos han recibido, al menos a la fecha, el reconocimiento de una labor que ha sido realizada a conciencia con el debido esfuerzo y la necesaria profesionalidad, consonante, naturalmente, con los principios que siempre nos han servido de norte y de igual manera gracias a una formación profesional y personal que nos obligan a preservar el buen nombre y respeto logrados a través de una trayectoria de vida, que es conocida, al menos por una parte significativa de nuestros conciudadanos, que han tenido la generosidad y solidaridad de hacérnoslo saber, tanto en forma personal, como a través de medios de comunicación social”.

La fuerte temperatura de éstos días se torno en desesperación y angustia para el grupo de periodistas, camarógrafos y fotógrafos que por más de cuatro horas se concentró en un rincón de la Base Aérea de San Isidro, el martes pasado, a la espera de la llegada del presidente Leonel Fernández procedente de México. Sandra Severino, subdirectora de Prensa del Palacio Nacional, había comunicado temprano a la prensa acreditada que el jefe de Estado estaría llegando a la base militar “antes del mediodía”. Quien suscribe, al igual que el resto de los colegas dio crédito a esa información “oficial” y llegó a San Isidro alrededor de las 11:30 de la mañana. Gradualmente fue llegando el resto del grupo, tomando asiento en un área identificada con un  letrero de “Prensa”. Inicialmente, el ambiente era relajado y chistoso, algunas bromas, anécdotas y ocurrencias despreocupaban a los reporteros en torno a la real hora de llegada del gobernante. Pero el calor comenzó a provocar estragos, los de saco y corbata se despojaban poco a poco de esos adornos masculinos para manejarse en aquel ambiente. Pero el tiempo transcurría sin ninguna información oficial sobre la llegada, hasta que finalmente y luego de más de tres horas de espera, alguien vino a decirnos que el arribo del avión estaba pautado para las 4:00 de la tarde. ¿Pero por qué razón esto no se dijo antes?, preguntó un colega indignado. El ex senador y actual asesor en materia de Seguridad Social del Poder Ejecutivo, Iván Rondón, gestionó que la prensa se ubicara dentro de un hangar porque “ahí está más fresco” y más tarde se sirvió al grupo un refrigerio evitando que por el influjo del hambre y el calor alguien goteara como mango. Cuando al filo de las 4:00 de la tarde la nave se estacionó en el área de rampa, Annia Valdez, igualmente subdirectora y quien llegó en el avión, se sorprendió al ver allí los periodistas que cubren el turno de la mañana. “Oh, y qué hacen ustedes aquí, yo creí que iban a estar los de la tarde pues desde un principio se informó que llegábamos entre 3:30 y 4:00 de la tarde”, comentó Valdez. Sandra Severino no estaba allí, pero hay que darle un galardón por la desinformación, pero sobre todo por “la pela” que nos puso a coger.

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