En el palacio

En el palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
El avión de la línea TAM había descendido en el aeropuerto de Sao Paulo, procedente de la ciudad de Salvador de Bahía, donde registró un retraso en su partida de unas dos horas a causa de una huelga de controladores aéreos. Este fue un factor que infortunó cada uno de los viajes internos que debió realizar el personal de apoyo y parte de la comitiva que acompañó al presidente Leonel Fernández en su gira oficial por Brasil entre el 16 y el 23 de junio pasado.

Cuando desalojamos el avión, ya pasadas las 10:00 de la noche del domingo 17, observamos a grandes grupos de pasajeros varados en cada rincón de las instalaciones del aeropuerto a la espera de la salida de su vuelo con destino nacional o internacional. Cubrir la ruta a bordo de un bus desde la terminal aérea hasta el centro de Sao Paulo nos tomó alrededor de 45 minutos. En el Grand Hyatt Sao Paulo todo estaba preparado para el recibimiento.

 El presidente Fernández, su esposa Margarita Cedeño y el resto de su comitiva oficial, había volado a Sao Paulo desde Salvador de Bahía a bordo de un jet ejecutivo que normalmente renta el gobierno dominicano a una empresa aeronáutica privada con sede en Miami. En la mañana del lunes 18 todos nos preparábamos para la salida en caravana hacia la ciudad de San José Dos Campos, distante a poco más de una hora por carretera. Allí esperaban varios compromisos al presidente Fernández, entre ellos una visita a las instalaciones de la empresa Embraer para la formalización de la compra de una escuadrilla de ocho aviones Súper Tucano, de uso militar, pero también algunas visitas de interés académico y tecnológico.

 

Esa mañana, aún en el Grand Hyatt Sao Paulo, alguien me comentó un percance que había confrontado la noche anterior el vuelo presidencial. No fue muy preciso, pero me pidió que indagara para determinar qué en realidad había ocurrido, pues las informaciones de que disponía en ese momento indicaban que se trataba de algo grave. Comencé a consultar varias fuentes sin hacer mucha bulla, hasta que alguien me explicó en detalle lo ocurrido: Cuando el jet ejecutivo estaba en preparación de descenso sobre la pista del aeropuerto de Sao Paulo, el piloto asegura haber visto un objeto que cruzó a gran velocidad a su izquierda y que en ese momento temió se tratara de un misil. Ya en la rampa de la terminal, ofreció la información al propio presidente Fernández, quien pidió entonces al mayor general Héctor B. Medina, jefe de su seguridad, que se encargara del asunto. Mis fuentes dicen que el caso fue comunicado a las autoridades brasileñas y que éstas, a su vez, dieron parte al Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos, con oficinas en Miami, Florida. Fernández, según mis fuentes, tomó el asunto con calma, descendió del avión, abordó el vehículo asignado y se dirigió a su hotel. En tanto, una gran investigación se iniciaba sin que gran parte de la comitiva presidencial se percatara de lo que estaba ocurriendo. Al final, se determinó que no había nada de veracidad en la versión del piloto, quien fue sometido a interrogatorios, y que éste probablemente no quiso seguir volando por la huelga de controladores aéreos. Pero este capitán se resistió a seguir volando el espacio aéreo brasileño. Comunicó oficialmente que abandonaba la gira y retornaba con su avión a Miami, dejando varada a la comitiva presidencial.

 

El incidente, sin embargo, no tuvo mayor repercusión. La noche del martes 19, previo al inicio de la visita oficial a Brasilia, el Presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, dispuso el envió de un avión Fuerza Aérea 01 a Sao Paulo y lo puso a la disposición del mandatario dominicano y su comitiva en un gesto de cortesía. Más tarde se hicieron los arreglos y el gobierno dominicano logró rentar otro jet ejecutivo a la empresa brasileña Embraer a bordo del cual realizó el resto de la gira y finalmente retornó a Santo Domingo el sábado 23 de junio procedente de Manaus.

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