En el palacio

En el palacio

Por Manuel Jiménez
A veces no tomamos conciencia de que los tiempos han cambiado y que la mujer cada vez más está adquiriendo un nivel de participación y asumiendo roles en diferentes actividades del quehacer humano inimaginables hasta épocas recientes.

Es el caso de la Academia Militar Batalla de las Carreras, en San Isidro, donde ya cursan su carrera castrense tanto hombres como mujeres. Esto nos traiciona en ocasiones y con tan sólo hablarnos de cadetes pensamos erróneamente que se  está haciendo referencia sólo de hombres. Pero no es así.  Allí aspiran a ser oficiales de las Fuerzas Armadas muchas mujeres que pernoctan, eso sí, en un pabellón diferente y distante al de los hombres. En días pasados, una fuente nos comentó sobre la expulsión sumaria de dos cadetes sorprendidos mientras se entregaban a los brazos de Cupido, el Dios del amor. Sin reparar, llegué a la conclusión de que se trataba de una práctica de homosexualidad, pero confieso que mi imaginación fue rápida y no llegué a indagar los detalles. En realidad, según me narró el Secretario de Estado sin Cartera, Ángel Lockward, se trató de un hombre y una mujer, ambos con sus estudios ya concluidos en la academia.

 La joven, según los informes, se graduó con las mejores notas de su promoción, pero ahora, tanto ella como su novio, un joven talentoso que también finalizó sus estudios militares, han sido castigados con drasticidad por el alto mando militar y separados de las filas castrenses. La causa, según me expuso Lockward, es que ambos fueron sorprendidos besándose. Este hecho, de lo más natural   entre un hombre y una mujer, provocó que el entonces director de la Academia Militar ordenara una formación general y en presencia del resto de sus compañeros y compañeras procedió a degradar a la joven oficial, acompañando la acción de una arenga en la que dirigió duras frases contra  ésta, según los informes.

Lockward, que actuó como abogado de la joven castigada, interpuso un recurso de amparo alegando que nadie podía ser expulsado de manera sumaria sin un juicio previo. A esta joven militar se le estaba negando, incluso, la entrega de su diploma de graduada. En el juicio, sin embargo, se decidió que debía entregársele su título, pero se mantuvo la decisión de expulsarla, junto a su compañero, de las filas de las Fuerzas Armadas. El hecho es que a partir de entonces, una circular del alto mando militar prohíbe a los miembros de los institutos castrenses saludarse intercambiando besos. Cosas Veredes, Sancho.

En estos días, cuando comienza a activarse la campaña electoral, las versiones sobre encuentros, reuniones, planes y proyectos se incrementan a una velocidad sorprendente. Por ejemplo, por ahí corre el rumor de que en su casa de Semana Santa, San Cristóbal, el ex Presidente Hipólito Mejía encabezó un nutrido encuentro de oficiales retirados de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. La versión asegura que el número de participantes se acercó al centenar, en especial muchos generales que desempeñaron funciones de mando clave en el anterior gobierno del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Pero una figura central en ese encuentro fue el candidato presidencial, Miguel Vargas Maldonado. Las fuentes dicen que hubo varios temas en la agenda, especialmente porque algunos de esos antiguos generales están teniendo roles importantes en la campaña del candidato perredeísta en determinados puntos del país. Mejía, le reconocen muchos, sigue ejerciendo un liderazgo indiscutible entre esos antiguos comandantes militares y policiales  enrolados hoy en una activa campaña política buscando desplazar del poder al presidente Leonel Fernández y al Partido de la Liberación Dominicana. Pero la comidilla central, según mis fuentes, es que el candidato presidencial del PRD, Vargas Maldonado, hizo la promesa solemne de que de ganar las elecciones del 16 de mayo, todos esos ex oficiales o al menos una importante mayoría de ellos serán reintegrados a sus respectivas instituciones.

 La promesa fue recibida con un cerrado aplauso, pues los guardias, después que los votan, no anhelan otra cosa que volver a mandar.

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