En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
“¡Yo soy puntual!”, habría advertido el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez a un alto funcionario del Estado previo al acto inaugural del nuevo edificio de la Suprema Corte de Justicia, en el Centro de los Héroes, de esta capital. El recordatorio del Cardenal, al parecer, tiene su origen en la reconocida impuntualidad del presidente Leonel Fernández en su llegada a ceremonias oficiales. El jefe de Estado, sin embargo, se presentó con tres minutos de antelación a la hora fijada para el acto inaugural, es decir las 6:00 de la tarde. Esa misma puntualidad en la llegada la registró el presidente Fernández ayer, cuando asistió al acto en que se celebró el Día del Poder Judicial, en el mismo edificio.

Pero entre los asistentes a la mayoría de los actos oficiales que encabeza el mandatario es habitual escuchar el rum rum en torno a  si el gobernante llegará temprano. En días pasados, en ocasión del acto de inauguración del nuevo edificio de la empresa de comercialización de combustibles Coastal, la queja por la tardanza en la llegada de Fernández fue casi al unísono. Nadie se quejaba en voz alta, lo hacían por los bajos o llamando a periodistas amigos para preguntarle a los oídos: “¡ya viene!” Y es que en esta ocasión, el retraso en la llegada del jefe de Estado fue de poco más de dos horas. Algunos de los invitados que habían llegado con antelación, se retiraron alegando compromisos previos. Ayer, según la agenda distribuida por la dirección de Prensa del Palacio Nacional, el presidente Fernández tenía previsto estar a las 10:00 de la mañana en  el Palacio de los Deportes, donde la primera dama, Margarita Cedeño de Fernández, encabezó el  reparto de juguetes a niños vulnerables y de escasos recursos.

Pero, al parecer, no se tomó en cuenta que para ese día también estaba previsto un encuentro del jefe de Estado con oficiales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que celebraban el aniversario de su promoción. Los oficiales, encabezados por el titular de los cuerpos castrenses, almirante Sigfrido Pared Pérez y el jefe del Ejército, mayor general Estrella Fernández, se encontraban en formación a las 10:00 de la mañana en el salón de Embajadores, en la tercera planta del Palacio Nacional. La hora en que estaba fijada esta actividad no se conoció con antelación, pero lo cierto es que el presidente Fernández subió al salón  al mediodía. Los oficiales militares le esperaron por mas de dos horas.

La mayoría de los periodistas acreditados a la fuente del Palacio Nacional no estuvieron presentes en la ceremonia con los oficiales militares, pues de antemano se les había informado que el Presidente acudiría a las 10:00 de la mañana al Palacio de los Deportes. La espera de los reporteros fue larga, pues Fernández hizo acto de presencia en la instalación deportiva poco después de las 2:00 de la tarde.

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Y a propósito del reparto de juguetes, hay que reconocer el orden y la disciplina que primo en esta actividad, iniciativa de la primera dama, Margarita Cedeño de Fernández. En el pasado reciente, este tipo de reparto se  caracterizaba por un desorden generalizado, donde los niños recibían empujones de parte de las autoridades o de los propios responsables de los repartos y más tarde eran víctimas de delincuentes que le despojaban del juguete que recibían. En esta ocasión, todos los niños, unos cinco mil, estuvieron sentados, se tomó la precaución de mantenerlos animados con payasos y otras actividades artísticas mientras esperaban la hora de la entrega del juguete. Su entusiasmo fue siempre desbordante, vocearon a pleno pulmón, aplaudieron y rieron.

Fue un ambiente esencialmente festivo, el interior del Palacio de los Deportes fue especialmente decorado para la ocasión. Al final, tras la esperada llegada del presidente Leonel Fernández, se inició el reparto de los juguetes. Los primeros niños se llevaron su bicicleta que, al parecer, era una de las piezas más codiciadas. El reparto se efectúo en asombroso orden y los niños sencillamente esperaron su turno para ser obsequiados. Los organizadores del encuentro, encabezados por la primera dama, merecen una felicitación. Esto, al margen de la larga espera a que tuvieron que someterse los periodistas acreditados a la fuente presidencial. Pero, como diría alguien, ¡gajes del oficio!

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