En el Palacio

En el Palacio

Adolfo Salomón, el siempre formal reportero de Color Visión, sostenía el micrófono de su cámara frente al jefe de la Policía, mayor general Jaime Marte Martínez, quien era abordado por la prensa acreditada a la Casa de Gobierno. Afuera llovía torrencialmente y hacía apenas minutos que el presidente Hipólito Mejía había llegado a su despacho tras encabezar el acto de investidura de 230 oficiales superiores y subalternos de la Policía Nacional, celebrado en el viejo Campamento Duarte, en la avenida Independencia.

El ruido característico de la lluvia se percibía con claridad en el interior del Palacio, donde todo parecía transcurrir con absoluta tranquilidad. Pero ese ambiente fue alterado de repente por un gran estruendo que retumbó con fuerza en los oídos de empleados y visitantes. Salomón se espantó, se pasó de mano rápidamente el micrófono y dio un par de saltitos, impactado por la explosión. Marte Martínez se percató de aquel inusual movimiento del periodista y dejó escapar su sonrisa característica, pero se mantuvo sereno, hablando con normalidad. El fuerte estruendo había sido causado por una descarga eléctrica captada por el para-rayos instalado en el techo del edificio de la Guardia Presidencial, ubicado a pocos metros del Palacio Nacional. En fracciones de segundos se vio a empleados abandonando nerviosos sus oficinas y otros que corrían hacían afuera, desafiando la lluvia. Los militares de servicio en el interior de la mansión ejecutiva se pusieron en alerta, pero no tenían decisión, no sabía qué había ocurrido. Aquello fue inesperado. Se dijo que algunos cristales de vehículos estacionados en el parqueo para empleados, muy próximo al edificio de la Guardia Presidencia, se cuartearon. Cuando las cosas se aclararon, los empelados que habían corrido despavoridos retornaron mojados a sus oficinas, siendo victimas de las bromas de sus compañeros de labores. AMe imaginé lo peor y por eso corrí@, dijo una joven que se disponía a sentarse de nuevo en su escritorio, donde dejó abandonada su cartera.

Plinio D=Oleo, dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), trató de hablar ayer con el presidente Hipólito Mejía al término del acto de investidura de 230 oficiales superiores y subalternos de la Policía. APlinio, )cómo está Elías Piña?@, le preguntó el presidente Mejía. A(Muchos problemas, muchos problemas, Presidente!@, le respondió D=Oleo con cara de tristeza. ANo hay agua, no hay comida…@, siguió comentando el dirigente perredeísta, pero el Presidente apenas le escuchaba pues iba repartiendo saludos entre las personas que encontraba a su paso, camino a su vehículo. Los periodistas intentaron también hablar al presidente Mejía y se le voceó un par de preguntas, especialmente relacionada con la crisis energética. APresidente )habrá solución al problema eléctrico?@, se le gritó mientras subía a su jeepeta, pero Mejía ni se dio por enterado. El jueves, el doctor Rafael Suberví Bonilla, dijo que el presidente Mejía le comunicó que había encontrado una solución a la crisis energética. Fello Suberví no dijo en qué consistía esa solución y el gobierno tampoco ha dado explicaciones.

Los Apica pica@ adquirieron notoriedad en estos últimos cuatro años de administración del presidente Hipólito Mejía. Así se les bautizó porque se trata de un equipo de jóvenes que se acostumbraron a estar presentes en cada uno de los actos públicos que encabeza el presidente Mejía para Apicar@ a los funcionarios públicos, incluso al propio jefe de Estado. El pedir es su empleo y, al parecer, le deja buenos beneficios. Pero a principios de semana visitó el Palacio Nacional el Nuncio de su Santidad, monseñor Thimoty Brogglio, y los Apica pica@, ni cortos ni perezosos le marcharon, quisieron Apicarlo@, pero fallaron. El Nuncio solo le dirigió una inocente sonrisa. Al funcionario de Protocolo que esperaba al Nuncio no le gustó aquella ocurrencia y llamó la atención de los Apica pica@, pero éstos se envalentonaron y hasta desafiaron con improperios al funcionario. (Cosas Veredes!

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