En el Palacio

En el Palacio

Una Asamblea Nacional de Delegados necesariamente no tiene que ser un acto multitudinario. Basta que se precise del necesario quórum para proceder a la apertura de los trabajos. Esto, lógicamente, debería ser lo estrictamente estatutario. Pero es obvio que en los partidos políticos prima el efecto del impacto, es decir, llevar el mayor número de activistas y simpatizantes posibles para que la opinión pública vea aquello como una real demostración de fuerza, aún más en el caso de que la Asamblea tenga por objeto proclamar a un candidato a la Presidencia de la República. En sentido general, esto último es lo que ha primado en las asambleas de delegados celebradas hasta la fecha tanto por los grupos del PRD como entre los partidos de oposición. El sábado, durante la proclamación del presidente Hipólito Mejía el número de delegados presentes, conforme al quórum anunciado, era de 2,091, el 83.27%, pero la “media luna” del Palacio de los Deportes, en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, fue abarrotada no solo de delegados, sino de miles de parciales del Proyecto Presidencial Hipólito (PPH). Cuando el presidente Mejía hizo acto de presencia en el evento partidario, poco después del mediodía, la algarabía y el entusiasmo era más que evidente. Allí se escuchaba a través de los equipos amplificadores la voz del finado líder perredeísta José Francisco Peña Gómez, pues hubo la previsión de buscar una grabación del antiguo alcalde de Santo Domingo, justo obtenida mientras en vida dirigía un evento partidario similar, para seleccionar fragmentos de su discurso y cortas intervenciones, que naturalmente motivaban y exaltaban a los perredeístas. Cuando los trabajos de la Asamblea fueron formalmente abiertos por su presidente, el doctor Salvador Jorge Blanco, extrañamente en las gradas superiores del Palacio de los Deportes comenzaron a verse huecos, es decir asientos vacíos, pues por una u otra causa “los compañeros” decidieron ir bajando. Se escuchó en dos ocasiones a uno de los conductores de la asamblea, el periodista Luis José Chávez, llamar a “los compañeros” para que retornaran a sus asientos. “Está muy bien que hay que estirar las piernas, pero los compañeros de las gradas superiores deben retornar a sus asientos”, se escuchó decir a Chávez previo al acto formal de proclamación y juramentación del presidente Mejía. La gente, sin embargo, no subió y cuando el presidente Mejía pronunciaba su discurso de aceptación a la nominación presidencial, los huecos a todo alrededor de las gradas superiores, eran más que evidentes.

Llamó la atención, tras la llegada del presidente Mejía, la presencia en el evento de José Rafael Abinader, más aún cuando éste sonriente extendía sus brazos para confundirse, en medio de los aplausos y la algarabía de los presentes, en un fuerte abrazo con su antiguo adversario. Abinader había pertenecido al grupo “antireeleccionista” de los siete y enfrentó a sus compañeros Hatuey de Camps y Ramón Alburquerque por la nominación presidencial en unas primarias invalidadas por la Junta Central Electoral. Se le creía distanciado del presidente Mejía, a quien meses atrás escribió una carta pública, muy ofendido, al considerar que el jefe de Estado se mofó de su fuerza electoral. La prensa fue ubicada en dos lugares estratégicos y pudo tener completo dominio visual de lo que ocurría en la tarima central. La amplificación fue excelente. Allí se anunció la presencia del doctor Frank Joseph Thomen, el único adversario que tuvo Mejía en las primarias del 18 de enero pasado, y que de acuerdo a los cómputos oficiales obtuvo 31,950 votos, equivalentes al 4.99%, frente a los más de 607,000 que se adjudicó al presidente Mejía, el 95.4 %. El secretario de la Asamblea, Darío Castillo, subió al podium con un pliego de resoluciones que leyó una por una y acto seguido se escuchaba ¡aprobado! La algarabía fue enorme cuando se anunció la sustitución de Hatuey de Camps por Vicente Sánchez Baret en la presidencia del PRD. En la tarima central se vio a un eufórico Guido Gómez Mazara saltar y levantar sus dos brazos en señal de “triunfo”. Se abalanzó sobre Sánchez Baret y lo sacudió por los hombros. Su alegría era inocultable. Algunos esperaban que el joven consultor Jurídico fuese premiado con la Secretaría General. Pero ese anuncio se quedó en la gatera.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas