En el Palacio

En el Palacio

Mucha gente pregunta en las calles por el estado de ánimo del presidente Hipólito Mejía después de los resultados de las elecciones del 16 de mayo. Se interesan por saber si el gobernante sigue siendo extrovertido, ameno y chistoso, pero salpicado, muchas veces, con sus comentarios subidos de tono sobre sus adversarios. La preocupación de esa gente es lógica, pues ya no ven al Presidente con la frecuencia habitual del pasado reciente, cuando aparecía en las tres emisiones diarias de los noticieros de televisión o en cada edición del día de los medios escritos. El Presidente, podría decirse, está en bajo perfil. Sus salidas y presencia en actos públicos se han reducido sustancialmente, así como su propia agenda en el Palacio Nacional. Desde las elecciones pasadas, el mandatario acudió a un espacio de panel de los canales 11, de Telesistema y 2 de Teleantillas, y luego se ha detenido como en cuatro ocasiones a responder preguntas de los periodistas que cubren la fuente presidencial. Esto, comparado con su average de estos últimos cuatro años, muestra una reducción significativa de sus contactos con la prensa. En las entrevistas informales de los últimos días se ha escuchado a un presidente hablando en forma pausada, sin los ademanes con que acostumbra acompañar cada frase, sin poses autoritarias, pero tampoco sin la habitual sonrisa a flor de labios. Sin embargo, en uno de estos encuentros ocasionales, el Presidente quiso mostrar a la prensa que sigue siendo AHipólito@, el político Aatípico@ que no cambio al escalar las altas instancias del gobierno. Sucedió en la inauguración de una academia de béisbol en la zona de Boca Chica. Ese día, el jueves de la semana pasada para ser precisos, el presidente Mejía había recibido en su despacho a una misión de alto nivel del Fondo Monetario Internacional (FMI). Tony Arias Gil, periodista de Teleantillas, como es lógico, estaba interesado en saber los resultados de ese encuentro y en esa tónica giró su pregunta. A(A usted no le importa eso!@, fue la escueta e inesperada respuesta del presidente Mejía. Arias Gil, muy acertadamente, le recordó que al país Asi le interesa saberlo@. Aquello quedó ahí y Mejía hasta se decidió por sonreír.

Pero el presidente Mejía no ha cambiado mucho su agenda personal. Cierto es que llega un poco más tarde cada mañana laborable a sus oficinas en el Palacio Nacional y que se marcha más temprano. Ya no trabaja las 18 horas, como acostumbraba a decir con frecuencia. Cada mañana, al levantarse, tiene algún desayuno con funcionarios, muy especialmente colaboradores cercanos o gente que de una u otra manera tienen que ver con el accionar del gobierno o con decisiones en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Uno que otro fin de semana se retira a su nueva casa campestre de Jarabacoa y una que otra tarde ha decidido viajar a San Cristóbal, donde también posee una segunda villa. Pero en estos últimos fines de semanas, tampoco ha querido abandonar la residencia presidencial de Juan Dolio, lugar que tanto calor ha dado en el curso de éstos últimos cuatro años. Esta residencia, con buena vista y playa de mar Caribe, fue remodelada y ampliada en esta gestión y el Presidente llevó hasta ella muchas de las cosas que forman parte de sus hobbies. Hizo de ella como su segundo hogar, algo en lo que superó con creces a los gobernantes que le han antecedido en el ejercicio del poder. Lo cierto es que desde los 12 años de Balaguer, el único gobernante que asistía con frecuencia a una villa presidencial fuera de la capital fue el fenecido Antonio Guzmán, que para entonces visitaba la residencia de Sans Souci, convertida posteriormente en el Acuario Nacional. Balaguer, poseía una villa personal en Guaigüí, La Vega, y no hay constancia de que usara, al menos con frecuencia, las que eran propiedad del gobierno en Juan Dolio y en Sans Souci. Igual ocurría con Salvador Jorge Blanco, quien más bien prefería un apartamento en la zona conocida como Jaramillos, en Sosúa; Puerto Plata. Leonel Fernández, según mis fuentes, acudió pocas veces a la villa de Juan Dolio. Ayer, día no laborable por la festividad de Corpus Cristy, el presidente Mejía decidió seguir una norma que le ha caracterizado en sus años de mandato: Descansar los días feriados y como buen cristiano se retiró a Juan Dolio. Allí no se sienten los apagones y el calor de éstos días se combate mejor con las frescas brisas del mar, sobre todo debajo de un árbol frondoso, jugando una buena partida de dominó.

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