En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Una vez concluida la ceremonia en la explanada frontal del Palacio de la Policía, en el centro de Santo Domingo, el presidente Leonel Fernández subió hasta el salón de la Plana Mayor, en el segundo piso del edificio, en interés de discutir algunas ideas relativas al plan contra la delincuencia que acababa de anunciar esa mañana del lunes.

Le siguieron el jefe de la Policía, mayor general Manuel de Jesús Pérez Sánchez; el secretario de las Fuerzas Armadas, Almirante Sigfrido Pared Pérez; los secretarios de la Presidencia, Danilo Medina y de Interior y Policía, Franklin Almeyda; así como el Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito y el Procurador Fiscal del Distrito Nacional, José Manuel Hernández Peguero. También, el presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas, vicealmirante Iván Peña Castillo; el presidente del Consejo Nacional de Drogas, mayor general José Aníbal Sanz Jiminián y los jefes de los organismos de inteligencia del Estado, con la notoria ausencia del Director del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), Manuel Florentino. En el salón de la Plana Mayor, el presidente Fernández habló en términos francos y precisos: «No tenemos compromisos con nadie», dijo de manera tajante, para instar a las autoridades allí congregadas a no tener miramientos a la hora de enfrentar el narcotráfico, la delincuencia y el crimen organizado. Fernández, por sus palabras y gestos, pareció decidirse por una línea dura en el combate de esos males sociales, según mis fuentes. El Presidente entiende, además, que no solo es correcto el anuncio de una profilaxis en el cuerpo policial, sino que esta debe mantenerse.

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Al término de las determinantes palabras del presidente Fernández, algunos de los funcionarios presentes optaron por intervenir, pero rápidamente surgieron contradicciones evidentes entre algunos de ellos. Por ejemplo, el fiscal Hernández Peguero propuso «sacar los ayudantes fiscales» del Palacio de la Policía, para que el ministerio público asuma el rol que le fija el nuevo Código de Procedimiento Penal. Pero el secretario de Interior, Franklin Almeyda, que se toma en serio su condición de «jefe de la Policía», intervino para aclararle al Fiscal que ese planteamiento debía hacerlo en otra instancia, concretamente en el Consejo Policial. Sanz Jiminián, de acuerdo a mis fuentes, puso el dedo en la llaga y tocó el espinoso asunto de los sueldos de los policías. A juicio del ex jefe policial, no se le puede pedir mucho a un policía que apenas recibe al mes unos 2,800 pesos por mes. Almeyda, de acuerdo a la versión, estuvo de acuerdo con este planteamiento, pero sugirió que el aumento salarial se haga de manera selectiva tomando en cuenta la preparación, no en forma general. Otros planteamientos surgieron de manera rápida, pero el presidente Fernández atinó a observar que se entraba virtualmente en una discusión sobre temas espinosos y prefirió levantar el encuentro. De nuevo en la explanada frontal del Palacio de la Policía, Fernández recibió los saludos de algunos oficiales activos y en retiro. Se vio al presidente mientras conversaba con el general Juan Ramón de la Cruz Martínez, quien por su semblante pareció «dar en el clavo». Ayer, se le vio salir del despacho del consultor Jurídico del poder Ejecutivo, en el Palacio Nacional. Otro que secreteó a los oídos del Presidente fue el general retirado Hernández Fernández, popularmente conocido como «El Sombrerú», todo un personaje en la escolta del fenecido presidente Joaquín Balaguer.

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Un viejo adagio reza que el hábito no hace al monje, lo que aplicado al caso que nos ocupa podría traducirse en que el cargo no hace al hombre, el hombre hace al cargo. Ayer, luego de una reunión con una comisión del Colegio Médico Dominicano, en el Palacio Nacional, el arquitecto Eduardo Selman escuchó cuando un periodista lo identificaba con el cargo de «secretario de Estado Sin Cartera». Al escuchar esto, Selman se apresuro a corregirlo: «secretario de Estado, asistente especial del Presidente de la República». Obviamente, que al parecer desdeña el cargo de secretario de Estado sin Cartera, al que se supone sin funciones específicas y que al agregarle el de «asistente especial del Presidente de la República» la connotación e importancia es otra. Como para que esto siempre se tenga presente. Selman repartió su tarjeta de presentación oficial entre los reporteros acreditados en Palacio. Ya saben, no confundan muchachos. Selman, además, acaba de tener una ocurrencia mercadológica. Cuando Waldo Ariel Suero, el líder de los médicos, se retiraba del encuentro, lo detuvo diciéndole: «Bueno doctor, vamos a tomarnos una foto aquí para la prensa dándonos las manos».

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