En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Cuando la ingeniera Rocío Orozco llegó al salón de Las Cariátides del Palacio Nacional probablemente retrotrajo sus pensamientos varios años atrás, aquel día de mediados de los años 90 en que ella, al igual que los estudiantes que el lunes pasado abarrotaban ese salón, recibió de manos del Presidente Leonel Fernández un pergamino de reconocimiento por haber obtenido notas sobresalientes en sus estudios secundarios.

Ella, al igual que otros jóvenes que le acompañaban ese día, era un fiel ejemplo de los resultados de este programa, implantado a partir de 1996, a la llegada por primera vez al poder del Presidente Fernández. El premio a la Excelencia Estudiantil que logró aquella vez cuando se invistió de bachiller le valió una beca de la Universidad Católica Madre y Maestra, donde se graduó de ingeniera civil. Otros jóvenes que al igual que Orozco fueron galardonados por su desempeño en las aulas a finales de la década del 90 y que estaban presentes en el salón de las Cariátides lograron también becas de otras universidades nacionales y hoy son ingenieros industrial, mercadólogos, médicos etc, algunos de ellos egresados Magna Cum Laude. Los estudiantes reconocidos provienen en su mayoría de escuelas públicas y uno que otros han obtenido su titulo académico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), algo que pone en evidencia su inclinación a los estudios y su enorme voluntad de ser hoy lo que pensaron ser en el ayer. Evidencia también que el Estado puede jugar su papel en la formación de los recursos humanos que el país demanda para su desarrollo, en ocasiones con esfuerzos no tan costosos, pues en el caso de estos estudiantes solo se les estimuló al principio y más tarde se les brindó la facilidad de una beca universitaria

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¿Cuántos jóvenes en este país no habrían querido o necesitan la posibilidad de tener acceso a una beca universitaria? La promesa del Presidente Fernández es que este programa de Reconocimiento al Mérito Estudiantil se mantendrá con mayor fortaleza e innovaciones. Por ejemplo, en el acto de relanzamiento del programa el lunes pasado, no solo fue reconocido el buen desempeño académico de los estudiantes, sino también sus actitudes y vocación. La jovencita Luisa Melina Fernández, de una escuela pública de Piedra Blanca, Bonao, impactó a los presentes por sus condiciones artísticas al interpretar, en idioma inglés, la canción “My Heart Will Go On”, de Celine Dion.

Arrancó fuertes aplausos, al igual que un coro integrado por niños que no sobreasaban los seis años de edad del colegio Ana Antonia, cada uno vestido de Santa Claus, interpretando villancicos navideños, así como la presentación de la Orquesta Sinfónica Juvenil del ingenio Consuelo, de San Pedro de Macorís. Emocionó también observar a un estudiante discapacitado, esforzándose con sus muletas para llegar hasta el Presidente de la República, para recibir un reconocimiento por acumular un promedio de 95 puntos en sus estudios secundarios. En esta nueva versión del programa se ha incluido también un reconocimiento para los  profesores y estudiantes adultos, hombres y mujeres maduros que trabajan en el día y estudian en la noche. Se premio a un señor de 60 años que ha acumulado sobre los 90 puntos en sus estudios del nivel básico en una escuela de Barahona. Probablemente el premio, consistente en un pergamino y un modesto presente, no sea lo importante en estos casos, sino que el estudiante se siente recompensado y tomado en cuenta por su esfuerzo y entrega personal.

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El periodista Euri Cabral y el ex Secretario de Agricultura, Eligio Jaquez se reunieron el jueves en el apartamento de una amiga común, la ingeniera Mildrían Salas. Fue un encuentro cordial a propósito de las celebraciones de Navidad, pues al margen de sus diferencias políticas, Euri y Eligio son viejos y buenos amigos. Mis informes es que hablaron de todo, desde el atentado a tiros que sufrió el periodista en septiembre pasado hasta la manera en que cada uno pasará la Navidad. La ingeniera Salas arregló el encuentro, con la previa aprobación tanto de Euri como de Eligio. Salas, que mantiene una vieja y sólida amistad personal con Euri y su esposa, acompañaba al periodista y comentarista de la Z-101 la noche del criminal atentado.

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