En el palacio

En el palacio

Alejandrina Germán ascendió el sábado por las escaleras frontales del Palacio Nacional sin evidenciar en su semblante la menor alegría. Le precedieron otros colegas miembros del gabinete que formalmente vestidos de blanco subieron hasta el salón de Embajadores, en la tercera planta.

Ella, en cambio, ya en el lobby, giró hacia la derecha y caminó por el pasillo que conduce hasta el antedespacho presidencial. Extrañó a los reporteros que igual sucediera con Félix Jiménez, Secretario de Turismo y con Melanio Paredes, para ese entonces aún Secretario de Industria y Comercio. Germán retornó más tarde y decidió  subir hasta la tercera planta, al igual que Felucho y Melanio Paredes, pero ese proceder puso en alerta a la prensa acreditada de que algo no andaba del todo bien.

El salón, recién remodelado, daba la impresión de reunir a muchas garzas blancas, unos muy entretenidos intercambiando frases y otros sentados, pensativos y hasta cabizbajos. Algunos subsecretarios y directores generales se aparecieron por allí en la errónea creencia de que en la fecha sus decretos de confirmación o remoción aparecerían junto a los del gabinete, pues no hay que olvidar que algunos de ellos tienen rango de Secretario de Estado.

Fueron los casos de José Rafael Vargas, del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones y Ramón Rivas, de la Lotería Nacional. Algo parecía ser cierto, los allí presentes ignoraban su destino futuro. “A mí no me han confirmado”, comentó un alto funcionario a otro colega a quien se le supone cercanía y confianza con el Presidente Leonel Fernández. En tanto, Alejandrina Germán seguía mostrándose a distancia de los pequeños grupos que se improvisaban en el salón, caminando de un lado a otro y saludando despreocupada a uno que otros.

Un oficial de protocolo salió de uno de los pequeños salones contiguos al de Embajadores e hizo una señal llamando a Germán, que rápidamente hizo caso y caminó hasta la oficina en la que usualmente despacha el Presidente Fernández. Algunas fuentes aseguran que fue llamada por el propio gobernante para comunicarle su decisión de moverla a la Secretaría de Estado de la Mujer.

La Dama de Hierro, como se le llama, no vio desplomarse su orgullo, pero el golpe fue fuerte, según esas mismas fuentes. Aún se ignora si aceptará el cambio, pero por sus gestos y semblantes se evidenció claramente que no estaba satisfecha. Se le vio cuando parecía pasar un papel escrito al recién designado Secretario de la Presidencia, César Pina Toribio, y cuando éste desestimaba recibirlo con cortesía. Germán, no obstante, estuvo entre el grupo de funcionarios juramentados.

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