En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMENEZ
¿En qué trabaja el Presidente? La pregunta no parecería tener lógica, pues hay que suponer que hasta el más común de los ciudadanos tiene que tener una idea o alguna noción de las responsabilidades y obligaciones de un Presidente de la República. Sabe que tiene sus oficinas en la segunda planta del Palacio Nacional,  a donde acude desde la mañana hasta en la noche a despachar lo que se conoce como “asuntos de Estado”. Se sabe que en su jornada laboral recibe a sus más cercanos colaboradores, es decir, las personas que son de su staff, así como a secretarios de Estado, directores generales, jefes militares y el de Policía, así como a los responsables de dar seguimiento a los casos de seguridad del Estado.

Recibe también a representantes del sector privado y a visitantes extranjeros y políticos. Todo esto se hace sujeto a una  agenda previamente elaborada. Ningún funcionario o jefe militar puede presentarse de improviso a sus oficinas, a menos que no sea previamente llamado. Ahora bien, en el caso del presidente Leonel Fernández debo preguntar nuevamente: ¿Qué asuntos de Estado le están ocupando por tanto tiempo en sus oficinas del Palacio Nacional? Desde antes de que asumiera el mando, escuché con frecuencia decir que “Leonel no es el mismo”. Quienes así se expresaban, advertían a un Presidente un tanto distinto al que estuvo por primera vez en la llamada sillas de alfileres entre 1996 y 2000. ¿Porqué es distinto? ¿En qué ha cambiado? Es probable que estas preguntas no tengan respuesta en lo inmediato, el gobierno apenas arranca. Pero hay algunas cosas que llaman poderosamente la atención en el nuevo Presidente.

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Por ejemplo, desde que se instaló en el Palacio Nacional se ha sometido a un brutal horario de trabajo, iniciando la jornada a media mañana y extendiéndola hasta bien entrada la madrugada. La semana pasada estuve en calidad de invitado en una actividad privada, más o menos familiar, algo  que se extendió hasta próximo las 2:00 de la madrugada. Cuando retornaba a mi casa, me llamo la atención observar a un militar y a un tráfico de la Policía, de servicio en la intersección de las avenidas México y Doctor Delgado. La señal era clara, a esa hora de la madrugada, el presidente Fernández se encontraba aún en sus oficinas. En Palacio se comenta que este horario se ha hecho virtualmente una rutina. Fernández asumió el mando consciente de que heredaba un país con serias y graves dificultades, especialmente en el plano económico.  Al margen de esta dura realidad, Fernández tiene que poner al gobierno en condiciones de arrancar y para esto necesita designar a su gente y parece que esta tarea es bastante tediosa y complicada. Hay que elegir a la persona adecuada para cada puesto, pero al mismo tiempo, tratar de cumplir en lo posible con los compromisos que se adquieren en campaña, no sólo con el partido en el gobierno, sino también con los aliados y representantes de sectores que de una u otra manera influenciaron en la victoria final. Todo esto daría una explicación del duro horario a que se ha sometido el Presidente de la República y que extiende hasta los sábados. Pero igualmente otros planes y programas deben de estar en la agenda del Presidente como para ocupar su tiempo como lo está haciendo. Los retos que tiene por delante son muchos y variados y el compromiso asumido con una población que reclama soluciones para una mejor condición de vida, hace de Leonel Fernández un hombre cargado de problemas. El horno no está para galletitas, como suele decir una gran amiga.

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El hecho no fue de dominio público, pero el 5 de mayo de este año, en plena campaña electoral, el entonces presidente Hipólito Mejía canceló el nombramiento de Joaquincito Balaguer Hijo, el apreciado sobrino del fenecido presidente Joaquín Balaguer, del cargo de cónsul dominicano en New Orleans, Estados Unidos. La decisión, al parecer, fue tomada luego de que Balaguer Hijo hiciera público su respaldo a la candidatura del hoy Presidente Leonel Fernández. Joaquincito fue restituido en su puesto por este gobierno. Pero para los que llevan anotaciones, en este gobierno fue cancelado como secretario de la Junta de Aeronáutica Civil el doctor Román E. Caamaño Vélez, hijo del extinto coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y Vicenta Vélez, su compañera tras su transformación en guerrillero. Otro Caamaño de nombre Alberto fue cancelado de la embajada dominicana en Cuba, pero un tercero, Mario Arvelo Caamaño fue ratificado como embajador ante la FAO y otros organismos internacionales, con sede en Roma, Italia.

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