En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
A veces tengo la impresión de que en el Palacio Nacional existe un librito al que recurre cada autoridad entrante con la finalidad de acomodarse. Y en ese librito siempre aparece la prensa. Por ejemplo, no recuerdo un solo inicio de una nueva administración que no comience con el intento de confinar a los periodistas acreditados en la sala de prensa, prohibiéndoles hacer grupos en los pasillos.

Afortunadamente, con el paso del tiempo esa intención se desvanece ante la firme decisión de los reporteros asignados por medios independientes de no permitir que se limite su accionar y sus movimientos en el interior del Palacio. El miércoles, Rafael Núñez, nuevo director de Prensa de la Presidencia, convocó a los reporteros al salón Orlando Martínez, donde improviso un encuentro aparentemente amistoso.

Núñez tiene la ventaja de que a diferencia de otros que han pasado por su cargo, ha sido reportero a tiempo completo y debe tener experiencia y conciencia sobradas del conflicto que tradicionalmente se presenta entre el periodista y la fuente, pues siempre tienen y representan intereses opuestos. Las nuevas autoridades, con el apoyo de los militares del Batallón Presidencial, han tomado la decisión de no permitir las aglomeraciones de público en los pasillos y eso incluye a los periodistas, fotógrafos y camarógrafos que diariamente acuden a Palacio a cumplir con una misión profesional, según lo que nos explicó Núñez. Por el momento, los reporteros podrán mantenerse en el pasillo del ala izquierda, próxima al despacho presidencial, con vista al Patio Español, es decir, a la zona de estacionamiento de los vehículos de la caravana presidencial, hasta tanto se rehabilite la sala de prensa del sótano, donde se pretende confinarlos, pero desde donde no tendrán dominio de lo que sucede en la sede del gobierno y mucho menos de quien llega, algo que representa una seria limitante en su tarea de informar cabalmente lo que ocurre en la principal fuente noticiosa del país.

Núñez dice que tiene un plan para cubrir esa dificultad, pues dispone de un personal que estará atento a la agenda del presidente Leonel Fernández, así como de cada visitante sobre el cual los muchachos de la prensa tengan algún interés profesional. Es decir, que la dirección de Prensa nos coordinaría el trabajo en Palacio.

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No tengo elementos para poner en dudas que las cosas se desarrollen como la ha planificado el nuevo Director. Apenas estamos en el inicio del gobierno y un viejo refrán reza que “escobita nueva, barre bien”. Las nuevas autoridades, por lo demás, tienen perfecto derecho a garantizar la solemnidad de un lugar como el Palacio Nacional, limitando la circulación de público en los pasillos, lo que de hecho garantiza que los funcionarios y el resto del personal desarrollen sus funciones en mejores condiciones, sin bullicio, presiones ni asedio de visitantes.

Pero en lo que respecta a la prensa, son necesarias algunas observaciones. Al pasado gobierno se le ocurrió la genial idea de mudar la sala de prensa que estaba en el segundo piso desde el final era del dictador Rafael Trujillo, al primero, en lo que se conoce como el sótano, una zona marginada, donde no se tiene la más mínima idea o dominio de lo que ocurre en Palacio.

Confinar en ese lugar a los reporteros sería confinarlos, aunque esa no sea la intención, a merced de lo que las autoridades de turno consideren de interés noticioso. Hasta allí nos llevarían los decretos, nos informarían de algún visitante, (obviamente, no de todos), estarían a disposición las notas que elabore la oficina y de vez en cuando nos llamarían para alguna rueda de prensa en el salón Orlando Martínez. Entre set y set, en la sala de prensa se dispondrá de una bandeja de bocadillos, refrescos y jugos para que “piquemos” como “pirañas”, matando el tiempo. Pero, en los hechos,  esto no sería más que mediatizar nuestra labor y en cierta medida manipularla. Núñez garantiza la independencia de movimiento individual de cada reportero, pero él sabe que siempre habrá el inconveniente de que detrás de uno correrá el resto. Estos intentos no han dado resultados en el pasado, sobre todo por la ausencia de una alternativa que garantice al periodista acreditado que la restricción de sus movimientos no irá en detrimento de su derecho a informar de todo lo que ocurre en Palacio.

Creo que el amigo Núñez debería reflexionar un poco sobre esta disposición y tratar de convencer a quien o quienes tienen la última decisión en este asunto de que reducir la libertad de movimiento de la prensa en Palacio se parece mucho a los esfuerzos por focalizar el subsidio al gas licuado de petróleo.

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