En  el palacio

En  el palacio

El New York Palace  no solo es un hotel exclusivo, en la categoría cinco estrellas, sino que goza de una estratégica ubicación en el atractivo down town de Manhattan, muy próximo a la sede de Naciones Unidas.

En las ocasiones en que este organismo mundial celebra su Asamblea General, el hotel se convierte en la codicia de muchas delegaciones extranjeras, porque en adición a su cercanía a la ONU, se encuentra a unos 50 metros del Waldorf Astoria, el hotel que tradicionalmente escoge la Casa Blanca para la recepción anual que los presidentes estadounidenses ofrecen a los jefes de  Estado de los países miembros al inicio de cada asamblea general.

En el Palace se está quedando el Presidente Leonel Fernández y el resto de su comitiva, pero también delegaciones de Panamá o de países tan distantes de la región como Zimbabwe, Egipto, Arabia Saudita, La India, Benin, Kuwait, etc. El tramo donde está el Palace, en la 50 Street, entre Madison y Quinta Avenida, ha sido bloqueado al tránsito, con especiales de seguridad,  pero en el interior del hotel puede intercambiar saludos con cualquiera de los jefes de Estado que allí se alojan, incluso, con Robert Mugaba, de Zimbabwe o el Primer Ministro de Egipto, que se mueven rodeado de un impresionante séquito de seguridad.

Yarima Sosa, la esbelta asistente presidencial que forma parte de la comitiva dominicana, bajaba el lunes  al lobby desde el piso 31 y, dos niveles más abajo, el ascensor se detuvo para recoger a un señor de saco y corbata, de tez clara, que le saludó con exquisita cortesía. ¿Es dominicana?  preguntó con sonrisa a flor de labio. “Sí”, respondió ella con amabilidad. ¿Y usted?, indagó entonces  ella. “Bueno, yo soy de Panamá”, respondió aquel señor que comenzaba a dejarla un poco perpleja. Ah, exclamó Yarima: “a mí me encanta Rubén Blades!

El hombre sonrió, inclinó la cabeza, la levantó y la miró de nuevo sonriente: Yo soy Rubén Blades.  ¡Que!, gritó la joven dominicana, no sabía si impactada o avergonzada por aquel lapsu. ! No puedo creerlo!, exclamó emocionada. Lo cierto es que el popular salsero no estaba en Nueva York para uno de esos grandes espectáculos en lo que pone a vibrar un público que disfruta del contenido social de sus canciones.

En esta ocasión era el secretario de Turismo de Panamá, integrante de la delegación del Presidente Martín Torrijos. Aquella vestimenta sencilla, su sombrerito panameño, no lo llevaba en la ocasión y quizás la falta de esos detalles lo convirtieron en un desconocido para una dominicana que no solo lo admira, sino que sabrá  Dios cuántas veces ella se ha ejercitado al ritmo del sonido de  su salsa, de sus canciones.

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