En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
El ambiente en Cap Cana era visiblemente alegre y festivo. No había espacio para manifestaciones hostiles y mucho menos para abucheos entre un público selecto, integrado mayormente por gente de clase alta, empresarios y ejecutivos privados, tanto nacionales como extranjeros, casi todos acompañados de sus respectivas familias y allegados.

Estimo, de otro lado, que el número de periodistas que asistió ese sábado en calidad de invitados especiales para la inauguración de la marina de Cap Cana duplicaba la veintena, y los había de todas las corrientes del pensamiento. Ramón Colombo disfrutó al máximo las interpretaciones de Juan Luís Guerra, al igual que Geomar García, Luisín Mejía y Oscar Medina, por ejemplo. Reyes Guzmán, editor de Espectáculos de este diario, desde el principio se mostró muy interesado en la presentación del Cirque Du Soleil (Circo del Sol), en tanto que Wellington Carpio, de Noticias SIN de Rahintel, se pasó gran parte del espectáculo bailando, al igual que otros de sus colegas, sin descuidarse de estar pendientes de todo el acontecer. Guillermo Tejeda y Napoleón de la Cruz, de Telecentro, llegaron en el primer grupo de comunicadores, en avión desde Santo Domingo, en tanto que Carmen Carvajal, veterana periodista de la crónica económica, se pasó gran parte de la noche disfrutando viendo  bailar a sus colegas. Las chicas de la crónica social estuvieron muy atentas a la presencia de esas personalidades que integran el jet set local, se les acercaban, las entrevistaban, les invitaban a que posaran para sus fotógrafos y tomaban sus nombres. Nadie estuvo atento a otra cosa que no fuera celebraciones y entusiasmo. La atracción principal era la festividad por la inauguración de la marina, con una inversión de US$35 millones y que, según el secretario de Turismo, Félix Jiménez, hará trascender al país entre los principales del mundo para el turismo de puerto deportivo. Todo este preámbulo, de los muchachos de la prensa moviéndose a sus anchas, de los invitados improvisando grupos de chercha y disfrute, fue intenso previo a la llegada del presidente Leonel Fernández y su esposa, Margarita Cedeño de Fernández.

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Ciertamente, el espectáculo comenzó con dos horas y media de retraso, pero pocos se impacientaron por la larga espera. Mis fuentes dicen que el presidente Fernández llegó al caer la tarde a Cap Cana, en helicóptero desde San Juan de la Maguana donde había estado encabezando una concentración de campaña política, pero retrasó su presencia en el área de recreo de La Marina, donde se llevó a cabo la espectacular presentación. Los murmullos se escucharon dando cuenta de las probables razones del retraso en el inicio del show artístico, pero no observé que ese percance generara irritación entre un público bullicioso, que se entretenía entre tragos, picaderas gourmet y maravillado ante la impresionante infraestructura que tenía ante sus ojos. Cuando el maestro de ceremonia, Ellis Pérez, subió al escenario la algarabía se escuchó estruendosa. ¡Qué larga la espera!

Pero con esa maestría que solo dan los años y la experiencia en un oficio tan delicado, sólo para profesionales de verdad, Ellis se disculpó con elegancia por el retraso. Saludó la presencia del presidente Fernández y su esposa y el público respondió, si se quiere, con elemental cortesía, aplaudió de buena manera. Todos los allí presentes son testigos de excepción. La actuación del Circo del Sol provocó concentración, silencio, pero igualmente al término de cada acto hubo aplausos a granel. Más tarde siguió una orquesta filarmónica compuesta por 60 músicos-maestros, cuyas interpretaciones encendieron el ambiente, y algunos hasta echaron mano de su pareja. Pero Juan Luís Guerra era el plato fuerte y cuando subió a escena aquello se fue abajo en algarabía y júbilo. Después de interpretar sus dos primeras y más populares canciones, habló al público comenzando por agradecer la presencia en el espectáculo del presidente Fernández y su esposa Margarita Cedeño. De nuevo se escuchó a un público cortés saludando con renovados aplausos la mención de la pareja presidencial. No recuerdo haber escuchado otra cosa, a menos que mis oídos y el de los más de 30 periodistas allí presentes estuviesen tapados con algodón o cerilla. Resultó más que evidente que todo el que estuvo allí fue a disfrutar de un buen espectáculo, no a evidenciar inclinaciones o diferencias políticas-partidistas muy propias y arraigadas en estos días entre fanáticos.

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