En el palacio

En el palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Cada una de las visitas realizadas por el presidente Leonel Fernández, en el marco de su viaje oficial a Londres, se cumplió bajo un estricto y exigente protocolo. Desde su llegada el lunes 20 de marzo al aeropuerto de Heathrow en vuelo privado desde París hasta su partida el domingo 26, el mandatario encabezó actividades que se mezclaron con la agenda oficial y en las que indistintamente les acompañaron miembros de su delegación.

No a todos los integrantes de esa delegación oficial se les permitió estar presente en cada visita y el resto de  los funcionarios que conformaban la delegación extraoficial sólo asistieron a los eventos que fueron auspiciados paralelamente por el sector privado británico para promover inversiones y analizar la situación energética nacional. La primera de sus actividades oficiales se cumplió apenas horas después de su arribo a Londres y fue la visita al primer ministro Tonny Blair. Allí, cumpliendo lo que establecía el protocolo, el presidente Fernández acudió acompañado del canciller Carlos Morales Troncoso y de los embajadores Aníbal de Castro y Andy Ashcrof, representante dominicano en Londres y de Gran Bretaña en Santo Domingo, respectivamente. ¿Pudo el primer ministro Blair alarmarse ante tan “excesiva” presencia dominicana?. Allí solo acudieron tres funcionarios dominicanos y un inglés, y bajo ese mismo marco y protocolo se cumplieron las restantes visitas oficiales. La mayor presencia se registró en la visita a la sede del Congreso el miércoles 22, donde según  me informé, los acompañantes del presidente Fernández no pasaron de cuatro, sin incluir a sus oficiales de seguridad. Aclaro que me informé porque no pude estar presente en esa actividad importante, pues la coordinadora de la prensa oficial dominicana me dijo que se trataba de algo “privado”, y como me movilizaba de “bola” en el vehículo que ese equipo tenía asignado, no tuve mas alternativa que quedarme. No podía tomar un taxis, pues por la rigidez del protocolo inglés debí llegar junto a la comitiva para que me permitieran el acceso. Pero no podía estar vedado para la prensa dominicana un acto donde el presidente Fernández fue testigo de la discusión que se generó en el parlamento con la presentación del proyecto de presupuesto del gobierno británico, pero más aún, donde líderes parlamentarios encabezaron el lanzamiento de un grupo de congresistas amigos de la República Dominicana. Más aún, en aquella visita a la Cámara de los Comunes, el presidente Fernández se reunió con líderes como Lord  Foulkes y David Jessop. El hecho de no poder estar presente en esa visita genera en mí cierta frustración, pues sólo Dios sabe qué buena crónica hubiese resultado de aquel encuentro. Pero cosas del tiempo son y no de España, se dice por estos lares.

 

Otra visita que debo citar a título de ejemplo fue al edificio del Foreingn Office, donde Fernández tuvo su encuentro con el secretario de Estado Jack Straw. En el programa se hacía constar de manera expresa: “asistencia restringida”. En el marco de aquella visita Straw y el canciller Morales Troncoso suscribieron el acuerdo de “cielo abierto” entre el Reino Unido y  República Dominicana, y pese a la magnitud de la ceremonia, allí solo estuvieron presentes el Presidente, el canciller y los embajadores De Castro y Ashcrof. La prensa sólo tuvo acceso para fotos y fílmicas al momento de la firma del convenio y una vez transcurrida la ceremonia se nos invitó a salir del edificio. Me imagino que tampoco en esa ocasión el ministro Straw pudo alarmarse por esa presencia dominicana en sus oficinas, reducida también a tres funcionarios dominicanos y un inglés. Recuerdo también que en el marco de la visita a las oficinas de la prestigiosa revista británica The Economist, hasta donde el presidente Fernández llegó caminando desde su hotel ubicado tan sólo a dos cuadras y media, sus acompañantes también fueron reducidos. Vi. allí al canciller Morales Troncoso, a los dos embajadores citados, al secretario Técnico, Temístocles Montás y al secretario Administrativo, Luís Manuel Bonetti. Ahora bien, sí recuerdo una presencia dominicana numerosa, y fue la cena de bienvenida que el embajador dominicano en Londres, De Castro, ofreció a la comitiva en su residencia particular en las afueras de la capital británica. Bueno, ello era de esperarse pues a esa actividad no sólo asistió el Presidente y los funcionarios que le acompañaban, sino también un buen número de empresarios privados que también se dieron cita en Londres para hablar de negocios, aprovechando el marco de la visita oficial.

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