En el Palacio

En el Palacio

Por  MANUEL JIMÉNEZ
El sábado en la tarde despaché una nota para Reuters, agencia de noticias inglesa de la que soy corresponsal hace varios años en este país, con unas declaraciones del Secretario de Turismo, Félix Jiménez, denunciando una campaña internacional contra República Dominicana auspiciada por grupos pro-haitianos.

Felucho hizo la denuncia poco antes del acto formal de inauguración de La Marina de Cap Cana, en la costa Este, especialmente para resaltar que este proyecto diversifica la oferta turística de este país caribeño. Un periodista argentino que trabaja para una emisora hispana en Estados Unidos llamó a las oficinas de la agencia en Miami indagando sobre la manera de contactarme. Más tarde llamó a mi celular para preguntarme si las autoridades tenían una cifra en torno al número de haitianos indocumentados que reside aquí y le respondí que eso era imposible de determinar.

“Creo que ustedes son culpables de esa campaña que denuncian porque, al parecer, su gobierno ha permitido una migración sin ningún control y ahora les resultará muy difícil enviar a su país a tanta gente”, me comentó el periodista. “Hay mucha gente pendiente de lo que ustedes hagan con los haitianos”, me advirtió. Me informó que en febrero pasado había estado en el país para el carnaval y que viajó a Samanà, específicamente a la zona de Las Terrenas. ¡Muy bello aquello!, reconoció con su particular acento argentino, pero a él le llamó la atención la gran cantidad de haitianos que vio en el lugar. Le respondí que a mí me había ocurrido lo mismo, que en Semana Santa había viajado con mi familia a esa zona del nordeste del país y al registrarme en un hotel propiedad de franceses también me llamó la atención que el joven que llevó las maletas a la cabaña que renté era haitiano, que uno de los dos guardianes también era haitiano y que una de las dos mujeres encargadas de la limpieza de las habitaciones era haitiana también. Le dije que al llegar al pueblo, que hacía tiempo no visitaba, vi a un grupo numeroso de haitianos congregado en una esquina, y que me dio la impresión que aquello se aceptaba como algo normal en ese pequeño pueblo.

***

El colega argentino me facilitó su nombre y dirección electrónica para más informaciones sobre el tema, pero me dijo que en su visita preparó un  reportaje para su emisora sobre el turismo dominicano, mezclado con esa presencia haitiana. “Entrevisté a varios de ellos, pero no me dijeron que son maltratados ni que se sienten mal”, reconoció. Pareció que estaba bien enterado de la campaña pues me preguntó también sobre el caso de la dirigente pro-haitiana, Sonia Pierre. Pues bien, esa presencia numerosa de haitianos en Las Terrenas tiene una relación directa con el auge de la construcción  que ha tenido esa zona e igualmente con las nuevas plazas de empleos que se están creando, en las que los haitianos están ocupando lugares que antes eran reservados a los dominicanos. Pero en Punta Cana, donde el Secretario de Turismo hizo su denuncia, al salir de la zona de Cap Cana e internarme hacia Bávaro, observé en la tarde de ese sábado a un buen grupo de haitianos, bien sudados, que al parecer habían terminado su jornada de ese día en una de las tantas construcciones de la zona. Lucían polvorientos y todos caminaban en la misma dirección. En esa zona turística existe un barrio o comunidad haitiana. Se trata de una situación que, de acuerdo a mis fuentes, ha sido abordada por autoridades haitianas y dominicanas, pues ha sido necesario establecer un programa de vigilancia sanitaria a cargo de la Secretaria de Salud Pùblica para el control de la malaria.

 

***

 En el caso de Bávaro, los haitianos no sólo se emplean en la industria de la construcción. En la plaza comercial, próximo al Casino, se les encuentra trabajando o siendo propietarios de pequeñas tiendas de ventas de ropa playera, otros se ganan la vida de motoconchistas y los menos compiten, incluso, con los dominicanos en el peculiar oficio del Sankipanky. Felucho Jiménez, al denunciar la campaña de descrédito contra el país por supuestamente abusar de los haitianos que viven aquí, no dijo qué estrategia tienen las autoridades para defendernos. Se limitó  a comentar que si esto sigue, el gobierno tendrá que decir: “bueno señores, el que no se sienta bien viniendo a nuestro país, sobre todo si no es nuestro, pues que se marche al suyo”. Pero eso solamente suena bonito. La realidad es que todo indica que estamos tarde para ablandar habichuelas, sobre todo con unas autoridades de migración bastante ocupadas en el tema de la antireelección. ¡Cosas veredes, Sancho!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas