POR MANUEL JIMÉNEZ
El calor era sofocante al interior de las oficinas privadas del Canciller Carlos Morales Troncoso. Moverse por sus habitaciones resultaba difícil, en vista de la cantidad de invitados al encuentro político que el Consejo Presidencial Reformista celebró la noche del miércoles con el Presidente Leonel Fernández.
Cuando llegué al lugar, un poco después de las 9:00 de la noche, me sorprendió la presencia de Tito Hernández, apenas un recién candidato a senador por el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) en la provincia de San Cristóbal. Uno se preguntaría a la hora de escribir la crónica del encuentro si Hernández ¿es o no es dirigente reformista?. Cuando según moviéndome en el interior de la residencia me encontré al ingeniero Guillermo Caram, a quien toda la opinión pública identifica también como dirigente reformista, pero mas aún, como un crítico permanente de la dirección de ese partido. Atilio Guzmán Fernández, un abogado que desempeñó variadas funciones en los gobiernos del fenecido presidente Joaquín Balaguer nunca ha sido expulsado de las filas reformistas. Al menos, una decisión de esta naturaleza no consta en ninguna parte. Pues ese antiguo secretario de Interior y Policía en el gobierno reformista era otro de los presentes en la reunión. Pero también existen figuras emblemáticas, que si bien no tienen la condición de dirigente, la opinión pública siempre ha asociado al reformismo, incluso en una condición superior, y es a lo que llamaban del entorno del Presidente Balaguer. Me refiero a la licenciada Minú Torres de Musa, quien igualmente desempeñó altas funciones en esos gobiernos y que jugó su papel en las elecciones de 1986 cuando ese partido retomó el poder. Ella no reniega de su condición de reformista y creo que nadie tampoco tiene potestad para cuestionar sus simpatías. En aquel encuentro había mucha gente, pero ninguna extraña al reformismo. Era el caso de Alfredo Mota Ruiz, a quien todo el país conoció con su movimiento Lo que Diga Balaguer, pero también un Ricardo Canalda, antiguo director de la CAASD, y a quien llegué a ver en varias campañas electorales respaldando las aspiraciones de Balaguer. Pero la prensa, además, no tiene constancia de que a doña Fella Monegro viuda Villanueva, ex gobernadora de Puerto Plata, haya sido expulsada del PRSC o que una medida disciplinaria de igual magnitud afecte, por ejemplo, al ingeniero Serapio Terrero, un ex director del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados ((INAPA).
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Se podría hablar de otros que son funcionarios del gobierno y que la actual dirección reformista alega haber expulsados de sus filas como son los casos del propio Morales Troncoso, Héctor Rodríguez Pimentel, Ángel Lockward, el arquitecto Jesús Musa, Modesto Guzmán o Humberto Salazar. Pero ¿se podría cuestionar la condición de reformista de doña Margarita, viuda de don Jacinto Peynado? La dama estuvo en el encuentro acompañada de su hijo, Jacintico o como el caso del profesor José del Carmen Acosta, ex senador por Barahona y antiguo embajador en Haití durante el gobierno reformista. Allí estaban, además, Salvador Gómez Gil, ex senador reformista por la provincia Monseñor Nouel; María Antonieta Bello de Guerrero, ex diputada reformista por San Cristóbal, Juan Esteban Olivero Féliz, Frank Amézquita y Rosa Rojas de López, con su esposo a quien todos en el reformismo llaman simplemente capitán López. Más aún, me sorprendió la presencia del vicealmirante retirado Camilo Nazir Tejada, un militar que fue cercano al fenecido ex presidente Balaguer, al igual que otro oficial retirado, incluso pariente del fenecido líder reformista, como es el caso del general retirado Hernández Oleada. Vi. a Rafael Collado, a quien todos en Constanza tienen como reformista. Y podría mencionar más de una docena de nombres más. En un ambiente así, el periodista no juzga, se lleva por los hechos y los antecedentes. ¿Cómo saber que esta gente ha dejado de ser reformista, si reivindican esa condición y la defienden?. No podría llamárseles ni siquiera disidentes, pues en realidad no tienen esta condición. Una cosa son los problemas internos de un partido político y otra muy diferente es la objetividad con que un comunicador debe redactar su nota. Y con esto, el periodista ni busca confundir, pero mucho menos tergiversar realidades.