En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMENEZ
Juan Terrero Pérez, un viejo periodista que en una ocasión laboró en la dirección de Prensa del Palacio Nacional, me remite una carta para que la haga publica. Pérez, al margen de su profesión, siempre ha sido un fiel activista del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). He aquí el texto de su carta: “Señor Manuel Jiménez:  A pocos meses del ascenso al poder del presidente Hipólito Mejía, el periodista y amigo Bienvenido Álvarez Vega nos preguntó: ¿Hipólito no te ha nombrado? Ante nuestra respuesta negativa, el periodista Álvarez Vega nos señaló: “Hipólito es lento con sus amigos”. Manuel, te estoy escribiendo ya que en días pasados tu columna se hizo eco de una visita que hicimos al presidente Mejía en su despacho del Palacio Nacional.

Fuimos a recordarle que el pasado 8 de Junio el Presidente nos había aprobado un ‘impuesto único’ para la importación de un vehículo, luego en una visita anterior le habíamos manifestado al señor Presidente que nos había ido muy mal en su gobierno ya que sus funcionarios no nos habían ayudado. Manuel Jiménez, le explicamos al Presidente que el impuesto único lo utilizaríamos para “vacear” la zapata de nuestra casa y que después mil pesos a mil pesos la terminaríamos, y lo hicimos ya que si otros periodistas, “nuevos amigos” del Presidente obtienen impuestos únicos y todo tipo de privilegios de cada gobernante que pasa por el Palacio Nacional, ¿porqué nosotros, que conocemos a Hipólito hace años, no podemos solicitar un impuesto único? Para no cansarte te puedo asegurar que hemos pasado una odisea detrás del susodicho impuesto.

Hemos viajado detrás del Presidente a La Vega, Bonao, San Pedro de Macorís, Nizao, Baní, San Luis, en fin casi todas las partes que el mandatario ha venido inaugurando obras últimamente y aún no logramos el impuesto en cuestión. Creo, finalmente, que la firma y aprobación de cualquier asunto por parte del Presidente de la República debería ser un asunto sagrado, un asunto que no tenga vuelta floja, que no le dé para atrás. La firma de un Presidente no puede ser tomada de relajo.

El Presidente pudo haberme dicho que no y ahí mismo pasaba el evento, pero no poner a un hombre como yo de relajo mandándome donde Luis González Fabra, un hombre que aborrece algunas gente gratuitamente”.  Esta ha sido la publicación fiel e integra de la carta que nos dirigiera el colega Juan Terrero Pérez.

 

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Hernani Salazar, el activo director de la Oficina Supervisora de Obras del Estado, gusta intercambiar opiniones frecuentes con los periodistas asignados a la fuente del Palacio Nacional. En estos días, justo en momentos en que se activaban los rumores de que asumiría la senaduría de la provincia Duarte, le pregunté qué tanto de verdad había en estas versiones: “¡Yo soy un hombre del Presidente y estoy donde el Presidente lo decida!” Fue la escueta respuesta del funcionario. Al día siguiente, se conocía la información de la terna sometida al Senado por el Presidente y el secretario general del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y la decisión del Senado de escogerlo para la curul en lugar del renunciante Julio (Machacho) González.

Hernani, según nos dijo ayer, se apresta a juramentarse antes del 16 de agosto, lo que indica que estará como parte del bloque senatorial del ahora opositor PRD durante la ceremonia de transmisión de mando. Otra cosa. No puedo dejar pasar algunas notas del discurso de Hernani durante el acto de inauguración de la Biblioteca Central de la UASD, encabezado por el presidente Hipólito Mejía. La oficina que dirige Salazar tuvo a su cargo la construcción de las 18 nuevas aulas que también se entregaban ese día. En su discurso, se destacó este párrafo.

“Muy por encima de los aportes materiales del gobierno, nos llena de orgullo que esta universidad, pese a las precariedades y dificultades económicas que enfrentamos, no tuvo que salir a las calles ni propiciar ninguna confrontación con las autoridades para recibir la atención que permite que hoy podamos celebrar el mayor tiempo de paz en estos recintos y la más armónica relación que haya tenido la UASD con gobierno alguno”. Pero mientras decía esto, grupos de estudiantes promovían la más violenta protesta que se recuerde en la UASD contra la presencia de un Presidente. Mejía tuvo que abandonar el recinto universitario protegido por una cortina de disparos que hacían arriba los miembros de su escolta, que dicho sea de paso, actuaron con prudencia.

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