EN EL PALACIO

EN EL PALACIO

POR MANUEL JIMENEZ
El presidente Leonel Fernández sorprendió el viernes a periodistas y embajadores con su llegada inusualmente puntual a la sede de la Cancillería, donde tuvo lugar el “II Seminario de Seguimiento sobre los Lineamientos de Política Exterior del Gobierno de la República Dominicana”.

En el interior del salón de actos de la Escuela Diplomática estaban los embajadores y representantes dominicanos en el extranjero y en la mesa de honor el canciller Carlos Morales Troncoso compartía asientos con el secretario de Turismo, Félix Jiménez; el director del CEI-RD, Eddy Martínez; el director de la Oficina de los Fondos Europeos para el Desarrollo, Onofre Rojas y más tarde se incorporaron los secretarios de Estado sin Cartera, Miguel Mejía y Eduardo Selman.

Entre los presentes llamó la atención el hecho de que por primera vez tres antiguos y destacados periodistas forman parte del cuerpo diplomático: César Medina, embajador en Chile; Aníbal de Castro, embajador en el Reino Unido y Silvio Herasme Peña, embajador en Colombia. Frank Marino Hernández hizo las veces de maestro de ceremonias o moderador y arrancó aclarando a El Nacional que la presencia de los embajadores dominicanos en el exterior no obedecía a ninguna situación de emergencia.

“Simplemente, al igual que hicimos el año pasado, hemos querido aprovechar las tradicionales vacaciones de Navidad para reunirnos y compartir inquietudes respecto a temas de política exterior”, aclaró. A seguidas advirtió que sería una especie de “dictador” con el tiempo. Sólo el presidente Leonel Fernández y el canciller Morales Troncoso podían tomarse el tiempo que quisieran, pero el resto de los oradores debían limitarse a diez minutos. Al final, la advertencia de Frank Marino no operó y casi todos los oradores se pasaron de tiempo, sin que el reconocido sociólogo interviniera para llamarles la atención.

Pero aquellos eran tan solo detalles en comparación a las ocurrencias de Frank Marino al momento de dirigirse al Presidente de la República. “Ahora tenemos la versión de la Virgen de la Altagracia con bigote”, dijo el moderador al comparar al presidente Fernández nada más y nada menos que con la patrona del pueblo dominicano, según nuestra tradición católica, recordando que a Horacio Vásquez en sus tiempos le llamaban “Virgen de la Altagracia con chiva”.

 Frank Marino estaba encendido aquella mañana y siguió buscando personajes para identificarlos con el jefe de Estado. “Robert De Niro y usted (el Presidente) provocan una situación en la Cancillería que hay que manejar con mucho tacto. Todo el mundo quiere verlo, quiere tocarlo y a lo mejor hasta su papelito quisieran darle para que usted se acuerde de cada quien”, comentó y agregó que la presencia del jefe de Estado, al igual que la de De Niro, generaba entusiasmo entre el personal de la Cancillería. El Seminario se extendió durante cinco horas, con un breve receso de cinco minutos y cuando le correspondió al presidente Fernández el discurso de clausura, Frank Marino lo presentó como “el Robert De Niro” de la política dominicana. Los aplausos no se hicieron esperar, pero el presidente Fernández, antes de estar en las formalidades de su discurso, quiso hacer una oportuna precisión. “Bueno, muchas gracias, aunque ahora no sé si aplauden al Presidente de la República o a De Niro”. Aquella precisión muchos la interpretaron de variada  manera. Otra ocurrencia de Frank Marino que llamó la atención fue al inicio de la intervención del embajador Julio Ortega Tous, encargado de la Oficina de Negociaciones Comerciales de la Cancillería. Le advirtió al antiguo asesor económico del Poder Ejecutivo que debía limitar su intervención a 10 minutos. El canciller Morales Troncoso estiró el brazo haciendo un ademán a  Fran Marino, diciéndole que estaba bien, que el orador podía tomarse su tiempo. “No, no. Me disculpa. Yo vine aquí a hacer lo que me dijeron”, respondió Frank Marino reafirmando su advertencia de que Ortega Tous no debía violar la regla del tiempo establecido. “Yo soy de los que se atreven a hacer lo que le dicen”, recalcó. Pero aquello no fue mas que un escarceo sin consecuencias, pues, en definitiva, Ortega Tous se tomó el tiempo necesario.

No puedo pasar por alto la condecoración otorgada por el presidente Leonel Fernández al amigo César Medina, actual embajador dominicano en Chile. Fernández impuso la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el Grado de Gran Cruz Placa de Plata al reconocido comunicador en el curso de una ceremonia, el viernes en la noche, en el Palacio Nacional. Ha sido una distinción merecida por sus largos años en el ejercicio periodístico, donde sin duda alguna cultivó un estilo que cautivó a una buena parte de la opinión pública. César se ha decidido por la carrera diplomática, donde igualmente espero que coseche todos los éxitos.

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