En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Los medios de comunicación acreditados al Palacio Nacional establecieron como norma dar seguimiento al anterior presidente Hipólito Mejía desde que se levantaba hasta que se acostaba. Disfrutaba con el fotógrafo de este diario, Eduardo López, que definía aquellas jornadas como la «persecución implacable». Promediando las 7:00 de la mañana de cada día, los vehículos de prensa iban estacionándose gradualmente en los frentes de la residencia de Mejía, en el reparto La Julia.

La presencia de periodistas, fotógrafos y camarógrafos llegó a convertirse en  algo habitual para los vecinos del ex mandatario e, incluso, por allí se daban sus vueltas limpiabotas y vendedores de empanadas y yaniqueques que hacían buenas ventas con algunos reporteros y chóferes que no alcanzaban a desayunar en sus respectivas casas. El hecho es que el propio ex presidente Mejía impuso este estilo de trabajo a la prensa, especialmente por la falta de información oportuna sobre su agenda diaria, pero sobre todo por ese estilo impredecible. Nunca existía la certeza de que Mejía salía de su residencia particular en dirección a su despacho en el Palacio Nacional. Eventualmente, podía estar en su agenda una visita a la sede de una secretaría de Estado o una dirección general o sencillamente ir a la residencia particular de algún amigo. Aunque no era habitual, hubo casos en los que los reporteros comenzaban a llegar, bien temprano, a los frentes de la residencia y se encontraban con la sorpresa de que Mejía se había marchado. ¿Hacia dónde? Nadie parecía tener la respuesta. Se consultaba a las autoridades de Prensa del Palacio Nacional y éstas tampoco conocían del paradero del entonces gobernante. Pero al margen de estas aparentes improvisaciones en la agenda del ex presidente Mejía, había que tomar en cuenta que éste fue siempre abierto a los periodistas, lo que se constituía en un incentivo adicional para la «persecución implacable». Pero al margen de que un Presidente sea o no accesible, la prensa tiene el deber de seguir sus pasos.

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En Estados Unidos, por ejemplo, donde tiene vigencia un verdadero régimen democrático, el Presidente no tiene vida privada. Si se va de descanso a Camp David, los diarios, las cadenas de televisión estadounidenses y los corresponsales extranjeros se despliegan en los frentes de la residencia, pese a que es un  lugar bajo protección del Cuerpo de Marines estadounidenses. Este seguimiento se mantiene pese a que George Bush, que es el presidente actual, no concede con frecuencia entrevistas y existe un speaker en la Casa Blanca. El preámbulo se relaciona con algo sucedido el sábado pasado. Temprano, en la mañana, consulté a la oficina de Prensa del Palacio Nacional sobre si el presidente Leonel Fernández tenía algo en agenda. Se coincidió en informar que no había nada en programa. Solo se habló de una reunión de trabajo del Gabinete Económico, cuyos detalles serían ofrecidos este lunes por el secretario Técnico de la Presidencia, Temístocles Montás. Pues bien, el sábado, el presidente Fernández asistió a una conferencia que dictó Silvio Torres Saillant, un intelectual dominicano residente en Nueva York, en la sede de la Fundación Global Democracia y Desarrollo. Mis fuentes aseguran que la dirección de Prensa del Palacio Nacional no tenía conocimiento previo de que el jefe del Estado asistiría a esa actividad. Incluso, se destaca el hecho de que Fernández tomó asiento entre el público, como «un invitado más», lo que evidencia que decidió su presencia «a modo privado». Es lo que se me ha dicho. Afortunadamente, este diario tenía un reportero acreditado para cubrir la conferencia de Torres Saillant y se encontró con la presencia y las declaraciones del presidente Fernández. Se puede alegar que otros medios debieron hacer lo mismo, pero igualmente esa presencia de Fernández pudo pasar inadvertida para el país, como en efecto pasó un recorrido que el gobernante hizo el sábado en horas de la tarde por las oficinas de la secretaría de Finanzas, muy próximo al Palacio Nacional. Mis fuentes dicen que ayer se hicieron algunas gestiones para evitar la repetición de casos como éstos, pues me imagino que éstos hechos no cuadran muy bien con la nueva política de comunicación puesta en marcha la administración.

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