En el Palacio

<p>En el Palacio</p>

POR MANUEL JIMÉNEZ
Cuando recibí la llamada de Raúl quedé un tanto perplejo. En lo inmediato no relacioné su nombre con algo que nos vinculara. Me habló en términos amistosos, me llamaba simplemente Manuel, por lo que mi  confusión aumentaba. Pero fue rápido al grano y me comentó que se había constituido un comité que estaba auspiciando un encuentro con los bachilleres del liceo Juan Pablo Duarte egresados en el período 70-74. Recordé gratamente entonces que me hablaba Raúl Guerrero, ese flaco que se distinguía por andar siempre con una mascota debajo del brazo y que caminaba de una manera esencialmente particular, ladeándose y que discutía fervorosamente con los adversarios del FEFLAS (Frente Estudiantil Flavio Suero) en los pasillos del Duarte. Cuando vino a la redacción de este diario a traerme la invitación lo vi igualito, sin grandes cambios físicos, ni siquiera canas y no pude más que confundirme con él en un fuerte y caluroso abrazo. ¡Cuántas historias! ¡Qué pasado tan aleccionador!. De todo eso vamos a hablar el sábado (25 de noviembre) en el local del IPECP, del ensanche Luperón, una especie de fundación que regentea el inquieto y siempre revolucionario, Fernando Peña, me dijo. Desde la fecha en que Raúl me hizo entrega de la invitación hasta la celebración del encuentro, medió más de una semana, pero me sentía desesperado, angustiado por la llegada de ese día, y realmente valió la pena. Cuando llegué al punto del encuentro, pasado el mediodía de aquel sábado, encontré en la puerta justo a Raúl, quien se constituyó en una especie de anunciador, identificando por su nombre de pila a cada recién llegado, pero agregando un comentario con picardía, relacionando al personaje con alguna etapa de esas vivencias personales que cada uno tuvimos en el Duarte.

*****

Jamba fue toda una leyenda en el Duarte, especialmente en aquella época de gran efervescencia y furor revolucionario. Cuando se anunció la llegada del doctor Pascual Arias (Jamba), no lo podía creer. Ahora es juez de una corte penal en San Francisco de Macorís, su pueblo natal. En su época de dirigente estudiantil se le distinguía por estar siempre “preparado para el combate”. Alguien le preguntó si mantenía la costumbre de llevar siempre una pistola sobada al cinto. ¡Sí! Respondió sin titubeos. Pero allí me encontré también con Ramón Sánchez (Moncho), otro dirigente histórico de la UER (Unión de Estudiantes Revolucionarios) en el Duarte. Hoy es doctor en medicina y sigue inmerso en la lucha, pero desde las trincheras del Colegio Médico Dominicano. Las historias que narró cuando agotó su turno nos hizo recordar la temeridad con que nos exponíamos frecuentemente al peligro o las veces que algunos de los presentes salvó milagrosamente la vida. Recordó también a los muertos, a Polanco Salvador, uno de los cinco jóvenes fusilados del Club Héctor J. Díaz y a Carlito Guerra López, apenas un mozalbete cuando cayó abatido a tiros en Villa Juana, por miembros del  entonces Partido Comunista de la República (PACOREDO). Ya entraba la noche cuando Raúl anunció la presencia del doctor Carlos Balcácer (Chanchito). Era el único que llevaba corbata entre los presentes. Ya para entonces estaba allí Narciso Isa Conde, un invitado especial, pues no es integrante de aquella promoción. Desapareció poco después de Balcácer comenzar a hablar, gesto que imitó Fernando Adolfo Martínez. Aquello pasó un tanto desapercibido, pero no para Balcácer. El hoy famoso abogado se disculpó con el ingeniero Juan Vásquez, de quien recordó fue su compañero de celda, pero a quien no pudo reconocer de inmediato. Así siguió la noche, entre viejas anécdotas (algunas no recomendables publicar), pero que hicieron revivir todo ese fervor y la manera que para entonces, equivocados o no, entendíamos que debíamos manifestarnos como patriotas. Hablaron también William Lantigua, Buenaventura Bueno Morillo (Turi) (mi gran amigo de entonces), Isidro Torres, Silvia y Virginia e Isa Conde no desaprovechó el escenario para recalcar sus ideas “del cambio revolucionario”.

******

Fernando Peña se reservó para la clausura, un final que, al parecer, nadie quería aceptar. Destacó que luego de mucho esfuerzo se había logrado ese encuentro, reunir a gente que en un pasado nos unían ideas revolucionarias, un proyecto de grandes transformaciones políticas y sociales, pero que hoy representamos intereses diversos, algunos militando en partidos tradicionales y otros siguiendo fiel a su militancia de izquierda y los menos o los mas, sencillamente sin partidos. “Pero estoy seguro que una cosa sí nos une, que es el bienestar general del pueblo, al margen de diferencias políticas o ideológicas”, dijo. Fue entonces cuando lanzó la idea de constituir “La Sociedad de Hijos e Hijas del Liceo Juan Pablo Duarte” y que fue recibida con un estruendoso aplauso, en señal de aprobación. Hay un comité gestor que integran el propio Fernando, Moncho Sánchez, Héctor Zapata, Raúl Guerrero, Fernando Adolfo Martínez, Isidro Torres y William Lantigua.

 E-mail: manuelj@verizon.net.do.

Publicaciones Relacionadas