En el palacio

En el palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Carlos Dore Cabral, junto a su segunda al mando, Noris Eusebio, convocó temprano a su personal en la Oficina de Información, Análisis y Estrategia de la Presidencia de la República, en el primer piso del Palacio Nacional. La ocasión era más que apropiada. El jueves se inauguraron las nuevas instalaciones de la Oficina, remodeladas, ampliadas y debidamente equipadas y la ceremonia, un tanto improvisada, fue encabezada por el Presidente Leonel Fernández, quien tiene especial devoción por esa dependencia.

El mandatario asistió al acto acompañado del Vicepresidente Rafael Alburquerque; del Secretario Administrativo de la Presidencia, Luis Manuel Bonetti y del Portavoz Gubernamental, Roberto Rodríguez Marchena. Nadie entiende porqué no se le cursó una invitación formal a los periodistas acreditados a la fuente presidencial, pues en aquel encuentro seguramente se hubieran dado banquete con un Presidente que se mostró todo el tiempo accesible, atento, con una sonrisa siempre a flor de labio y complaciente con todo el que quiso posar a su lado para una fotografía. Otros se confundieron en fuertes y cariñosos abrazos con el Presidente Fernández, haciendo remembranzas de una vieja amistad y hubo quienes aprovecharon también para teorizar sobre conceptos de información y análisis. Y es que en esa oficina se ejerce lo que en una ocasión se dio por llamar “periodismo interpretativo”.No solo se resumen las versiones de prensa sobre declaraciones de funcionarios del gobierno, empresarios y dirigentes políticos de oposición, sino que se hacen “impactos”, la repercusión que se percibe que esos juicios tendrán en la opinión pública. Todas las versiones aseguran que el Presidente Fernández disfruta de esos trabajos, a diferencia de tiempos pasados cuando en el despacho presidencial se amontonaban esos informes y más tarde paraban al zafacón. Dore Cabral, un hombre a quien difícilmente se le saca de sus casillas, se lució el jueves sonriente, aunque en gesto muy propio de su personalidad, trataba de disimularlo. La DIAPE ocupa ahora un área más espaciosa y bien dividida, donde el personal disfrutara de mejores condiciones para pensar con cabeza fría y “ciquitrillar mejor” aquellos funcionarios “cabeza caliente” que muchas veces se les va el seguro en declaraciones públicas, sin saber que hay un organismo de la presidencia donde se les da seguimiento y se les analiza. Pero, felicidades a don Carlos Dore. El hombre sigue con sus bonos en alto.

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Al Secretario de la Presidencia, Danilo Medina, casi no se le ve en acto público. Es más, ya ni siquiera son tan frecuentes las salidas de su despacho, aunque muchos dicen que tiene una puerta, desde su propia oficina, por la que puede ingresar al despacho presidencial. No son más que conjeturas, pero hay quienes dan créditos a estas versiones. Ayer, Medina estuvo concentrado en sus oficinas, en  la segunda planta, y sorprendieron algunas de las visitas que recibió. Por ejemplo, se vio penetrar a su despacho a una comisión de periodistas y comunicadores de Santiago de los Caballeros entre los que sobresalían Esteban Rosario, Anthony Marte y Sandy Filpo. Ninguno quiso soltar prendas en torno al motivo de ese encuentro, pero las especulaciones llueven. Más tarde, se vio también por los predios de Medina al diputado por Santiago Julio César Valentín y mas luego a la también diputada, pero por el Distrito Nacional, Minú Tavarez Mirabal, quien vestía un conjunto elegante y de colores a tono. Minú Tavarez saludó al grupo de periodistas que encontró el pasillo y comentó lo feliz que se siente con su campaña en pro de la reelección en el puesto, poniendo especial interés en la juventud.

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Juan Luís Guerra parecía competir en afectos con el Presidente Leonel Fernández. El público que asistió el miércoles al acto donde el popular artista donó al Estado los derechos de “Canción a la Patria” se movía de un lado a otro, pero siempre en los entornos de Juan Luís y el Presidente Fernández. Ambos estaban un poco distantes, y hasta los fotógrafos y camarógrafos de los medios de comunicación parecían confusos en cuanto al lugar estratégico en que se debían apostar. A Juan Luis muchos le asediaban para una fotografía, mientras que al Presidente Fernández se le pedía autografiar el CD de la canción. Aquello era contradictorio, pues el autor de la canción no era Fernández, sino Juan Luis. Ambos se manejaron bien en aquel escenario. Mientras el Presidente Fernández daba autógrafos, Juan Luís se repartía el tiempo para posar con todo el que le pedía una foto. De este contagio no escaparon ni periodistas asignadas a la fuente.

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