En el palacio

<p>En el palacio</p>

MANUEL JIMÉNEZ
A continuación la segunda parte de la carta que el dirigente peledeísta y director de la Oficina de Gestión Presidencial, Juan Francisco Santamaría, dirigiera el 28 de septiembre pasado al Presidente Leonel Fernández y al renunciante secretario de la Presidencia, Danilo Medina:

“Compañero Leonel, compañero Danilo, al final de aquel filme me descubrí llorando desconsoladamente, a lagrimas tendidas. Mi mujer, o cualquiera de los que me veían en aquel estado podrían creer que yo había sido sentimentalmente impactado por el realismo de las cruentas imágenes de guerra y por los comportamientos apasionados e irracionales de que hacemos gala los humanos cada vez que tenemos una oportunidad, que es casi siempre; o por el hecho particular de dos hermanos que, queriéndose profundamente al extremo de que cualquiera de los dos hubiese dado gustoso su vida para salvar la del otro, y, sin embargo, cada uno era capaz de fusilar o hacer fusilar al otro en defensa de sus principios e ideales. Pero no. No eran los personajes que en la película hacían el papel de hermanos quienes me hacían llorar, sino dos amigos reales, de carne y hueso, que allá en nuestro lejano y pequeño país, a principios de los años 70 decidieron libre y voluntariamente integrarse a la lucha por construir un país mejor, digno, justo, vivible para la mayoría  de sus habitantes. Un país moderno, progresista y en progreso, integrado a su entorno y a su época y sobre todo, alegre y divertido, donde nadie tenga que sufrir la tristeza y la amargura de la pobreza, la falta de educación y de oportunidades para intentar hacer realidad los propios sueños. Compañero Presidente y líder del Partido, compañero articulador y animador de la maquinaria partidaria, la misma que ha resistido la desaparición física del Presidente y líder fundador, así como todas las embestidas de nuestros adversarios estratégicos y opositores coyunturales; yo que les conozco desde que éramos jóvenes, que desde entonces he sido su amigo y compañero, que les he visto crecer desde simpatizantes a miembros, de miembros a activistas, de activistas a dirigentes y de dirigentes a líderes, no he podido evitar llorar a raudales por ustedes al visionar el drama de los hermanos O’Sullivan en “El viento que agita la cebada.”

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“Ustedes dos, cada uno a su medida y en diferente proporción, son los líderes y los representantes, no sólo de nuestra generación, sino, además, de todos los miembros y simpatizantes del PLD y también de otros partidos y movimientos, de gente sin partido y hasta sin vocación política que, sin embargo, ven en ustedes, en su dirección y orientaciones, la seguridad de la buena marcha y el futuro del país. Además, ustedes son los jefes administrativos directos de los funcionarios públicos del gobierno central y también los orientadores de otros funcionarios pertenecientes a las instituciones descentralizadas, los gobiernos locales y los otros poderes del Estado (Legislativo y Judicial) que sin un vínculo jurídico que los obligue a acatar sus directrices, las aceptan, sin embargo, gustosos como una derivación natural de vuestra preponderancia política.

Lloré, porque sé que tanto poder y expectativas acumuladas sobre ustedes, hace que una disonancia comunicativa, una diferencia táctica o estratégica, o de una simple y normal diferencia personal entre vosotros podría tener consecuencias imprevisibles para el PLD, para nuestros aliados, para el gobierno y para el país, o sea para un montón de gente con sentimientos, pasión, ilusión y razón que sin una clara orientación vuestra se sentirían confundidos, perdidos, frustrados, abandonados. Sé que también existen los que se ponen contentos y hasta dispuestos a animar un enfrentamiento entre ustedes. De una parte están los resentidos. Aquellos que guardan algún rencor contra cualquiera de ustedes por creer que han sido desconsiderados o injustamente valorados a la hora de la distribución de las responsabilidades de gobierno o de los apoyos que facilitan las oportunidades de alcanzarlas. Para los resentidos la derrota, tropiezos y dificultades de quien creen que los maltrató es una victoria”.  (Mañana, seguiremos con la última parte)

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Es oportuno cortar en esta parte la transcripción íntegra de la carta de Santamaría para hacer referencia a un hecho relacionado con la actual disyuntiva que vive a lo interno el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Me cuentan que el Presidente Leonel Fernández escucho desde el principio hasta el fin la comparecencia que tuvo el lunes el licenciado Danilo Medina en el Gobierno de la Mañana, de la Z-101. Es más, la fuente palaciega que me ofreció el dato aseguró que al mandatario le agradó lo expuesto por Medina, renunciante secretario de la Presidencia. “El Presidente lo escuchó desde el principio hasta el final y le gustó”. Me comentó esa fuente. Hay que recordar que Medina defendió la reforma fiscal, así como el proyecto del Metro y, en sentido general, su exposición no reflejó contradicciones con la política general del gobierno, menos aún con su política económica. Entonces, ¿Dónde es que está el embrollo?. Ahora bien, para la próxima semana, gente cercana a Medina están anunciando todo un acontecimiento, pero se resisten a soltar prendas.

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