POR MANUEL JIMÉNEZ
Miguel Mejía, secretario de Estado sin Cartera y con despacho en el Palacio Nacional, decidió sacar tiempo para renovar su licencia de porte y tenencia de arma de fuego. Se presentó a la secretaría de Interior y Policía, donde se identificó como funcionario del gobierno. Quien le atendió le pidió esperar un momento.
Es probable que Miguel pensara que el compás de espera que se le pedía era para comunicarle al titular de esa dependencia, Franklin Almeyda, que él se encontraba por allí. Su intención no era encontrar privilegios, pero por lo menos un trato acorde a su condición de secretario de Estado, aunque sin Cartera, pero al fin designado por decreto del presidente Leonel Fernández. Dicen que Mejía no se inmutó, pero se le informó que debía someterse a los procedimientos comunes, como cualquier otro ciudadano. Debía hacerse la prueba de domping, es decir para determinar si consume sustancias alucinógenas, más luego ser examinado por un médico siquiatra y, al final, a una práctica de tiro en un polígono de la capital para calibrar su habilidad en el uso de un arma de fuego.
Alguien comentó que se trataba de determinar si Miguel, un hombre formado en la izquierda revolucionaria, podía darle a un puerquito saltando. Los resultados de las pruebas de doping no llegan hasta el interesado, sino que son enviadas directamente a la Secretaría de Interior y Policía, al igual que el diagnóstico siquiátrico. Ahora entiendo el porqué, el secretario de Mejía, hablaba la semana pasada de que el Consejo de Gobierno tiene que abocarse a conocer un código de ética para los funcionarios públicos. A Mejía le parece bien que el Consejo de Gobierno esté conociendo proyectos de infraestructuras para el desarrollo nacional y que el Presidente Fernández instruya a sus funcionarios para que informen de sus planes al país. Pero yo pienso también que este Consejo de Gobierno debiera discutir un Código de Ética que rija el comportamiento de cada funcionario público para que podamos tener mayor garantía de la integridad de nuestros funcionarios, entiende Mejía. Hay funcionarios que hacen mal uso de sus funciones y se creen que son superiores al resto de la sociedad dominicana, olvidándose que no son más que servidores públicos, terminó diciendo Mejía. ¡Farmacia Mella!, como dice don Cuchito Álvarez.
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Alguien me preguntó las razones por las cuales normalmente no cito en mis crónicas los nombres de la totalidad de los funcionarios que están acompañando al presidente Leonel Fernández en sus recorridos semanales por los municipios cabeceras de provincias. En realidad, la lista es bastante larga. Esto se explica, me dijeron, en el hecho de que el presidente Fernández encabeza audiencias populares, donde hablan representantes de los sectores decisivos en cada provincia.
Como la variedad de temas y solicitudes que se presentan abarcan prácticamente a todos los departamentos del gobierno, sus titulares no quieren estar ausentes en caso de que el jefe de Estado, eventualmente, solicite alguna explicación sobre algún asunto que se planteara en esos encuentros. Pero además del Secretario de la Presidencia, Danilo Medina, quien habitualmente acompaña al Presidente, a estos recorridos están asistiendo los secretarios de Obras Públicas, Freddy Pérez; de Salud Pública, Sabino Báez; de Agricultura, Amílcar Romero; de Educación, Alejandrina Germán; de Deportes, Felipe-Jay-Payano y últimamente el administrativo de la Presidencia, Luis Manuel Bonetti, así como los directores de Inapa, Víctor Díaz; del INDRHI, Frank Rodríguez; de la Oficina de Ingenieros Fiscalizadora de Obras del Estado, Félix Bautista; Salvador-Chio-Jiménez, del IAD; Alba Fernández, del INVI; Bautista Rojas Gómez, de la Comisión Presidencial para la Reforma del Sector salud; Juana Sánchez, de Comunidad Digna; Aristipo Vidal, de Bienes Nacionales; Onofre Rojas, Coordinador Nacional de los Fondos Europeos; Luis Acosta Moreta, de la ODC; Marcelino Ozuna, de la Comisión Presidencial de Efemérides Patrias; Rafael Núñez, Director de Prensa; Roberto Rodríguez Marchena, portavoz gubernamental; el asesor Mariano Germán. Otros nombres no los retengo. Unos llegan helicópteros y otros en vehículos. El sábado, durante el recorrido del viernes por Nagua y Samaná conté seis helicópteros militares y un civil, es decir, toda una flotilla.