En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Cuando el presidente Leonel Fernández se presentó el lunes en la escuela Profesor Juan Bosch, de La Puya, de esta capital, los niños congregados en el patio arrancaron con un cerrado aplauso, pero mientras el gobernante caminaba en dirección a la tarima, levantando el brazo derecho en señal de saludo, el entusiasmo de aquellos adolescentes fue en aumento y estallaron al unísono con un “¡Leonel! ¡Leonel! ¡Leonel!” La satisfacción del mandatario y de sus acompañantes, entre ellos la primera dama Margarita Cedeño de Fernández, era más que evidente frente aquella desbordada demostración. Afuera, desde lo que parecía el balcón posterior de una residencia vecina, un grupo de mujeres levantaba afiches del gobernante, de esos que se promovieron en su pasada campaña electoral e igualmente lucían frenéticas enviando saludos y besos al gobernante, sin tomar en cuenta la presencia de su esposa.

A doña Margarita se le vio en más de una ocasión dirigir la mirada hacia el grupo de mujeres que saltaba y no cesaba de agitar los afiches y lanzar besos, pero su sonrisa implicaba una tácita aprobación a aquella particular manera de mostrar adhesión a un gobernante. El acto de inicio formal del Año Escolar se celebró debajo de un candente sol, pero los estudiantes y el resto del público se mantuvo sin moverse, siempre entusiasmado. Pero esa actitud de alumnos y profesores, así como de residentes de la zona, contrastaba con la de otro público expectante, bien atento a los movimientos y miradas del presidente Fernández. Ese público era bien reducido, pero su presencia obedecía a razones diferentes. Cuando culminó el acto y el presidente Fernández se dispuso a descender de la tarima, se abalanzaron sobre él y llenaron sus manos de fólderes y cartas, obviamente con curriculum y peticiones de nombramientos en la administración pública. El Presidente no daba muestra de sentirse asediado y tomó personalmente cada documento y hasta pareció ofrecer explicaciones a otros, supongo, del por qué no habían sido nombrados o aconsejándoles paciencia y espera. Hubo a quienes se les vio sonriente después de conversar con el Presidente y estos, de seguro, recibieron alguna promesa en firme. Debo resaltar, entre estos, al colega Julio César Jerez Whisky, periodista y comentarista de la televisión local.

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En la entrega del sábado pasado, esta columna relató un episodio durante la visita del presidente Leonel Fernández a Panamá, en ocasión de la toma de posesión del nuevo presidente Martín Torrijos. Decía que por alguna razón, el presidente Fernández no quiso o evadió un encuentro con el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Mohamed Abdelaziz. Como ha sido mi estilo, escribí del tema luego de consultar a una fuente que, además de haber estado presente en Panamá, tiene mi absoluto crédito. El amigo Hamlet Hermann, a quien cité en la columna porque de antemano conozco su solidaridad con la naciente República Árabe, me trata el tema en una carta que me ha remitido, y cuyo texto es el siguiente:    

“Atiné a leer tu columna del sábado 4 de septiembre en la que me calificabas como un experto en asuntos relacionados con la República Árabe Saharaui. Más que experto soy un ferviente admirador de la lucha del pueblo saharaui el cual fundó su República otro 27 de febrero, como nosotros, sólo que 132 años después. Aunque no estoy vinculado formalmente al gobierno ni al PLD aprovecho la oportunidad para opinar que me pareció aventurado de tu parte el decir que ‘el presidente Fernández evadió o evitó un encuentro formal con el presidente de la RAS, Mohamed Abdelaziz’. Aunque no estuve allí, conozco muy bien a Leonel y dudo que eluda un encuentro de cortesía de esa naturaleza. Tú mismo, Manuel, explicas en la columna que ‘su estadía en ese país (Panamá) sería igualmente muy corta’. Más adelante señalas que ‘Fernández tuvo una agenda adicional bastante intensa’ llegando a poner como ejemplo el accidentado encuentro con el canciller estadounidense Colin Powell. Me da la impresión que Leonel sostuvo las reuniones que tenía anticipadamente planificadas con Lagos, Chen y Powell y no logró agenciarse otros encuentros dentro de la apretada agenda puesto que quería volver a Santo Domingo con premura dado que el huracán Frances amenazaba la costa Norte del país. Soy de opinión que el hecho de que aquel encuentro no se diera es una buena señal. Un encuentro improvisado y presuroso habría sido una pérdida de tiempo por más cortesía que se hubiera desplegado. Sin embargo, ahora esos Jefes de Estado podrían planificar meticulosamente una reunión y buscar objetivos comunes. Unas relaciones formales con la República Árabe Saharaui encajan perfectamente dentro de la Línea Política Internacional que aprobara el Congreso del Partido de la Liberación Dominicana y en la forma de interpretar el mundo que tiene Leonel Fernández. Con el afecto de siempre, Hamlet”

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