En el palacio

En el palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Las estadísticas sobre Haití no son tan sólo alarmantes, sino dramáticas. Según lo que avalan  organismos internacionales, en Haití el 76 por ciento de la población vive con menos de dos dólares americanos al día y el 55 por ciento con menos de un dólar al día. Haití no ha tenido un período de crecimiento económico en los últimos 25 años y en el 2002 su Producto Interno Bruto per cápita no representaba más del 61 por ciento de su valor en 1980.

Se estima que el 42 por ciento de los niños haitianos menores de 5 años sufren de malnutrición. Una de cada tres muertes en Haití corresponde a la de un niño. En el período comprendido entre 1995-2000, la tasa de mortalidad infantil en el vecino Estado fue de 118.6 por ciento. Se tiene establecido que 38,000 niños entre 0 a 5 años de edad mueren al año en este país, lo que equivale a dos tercios de las muertes registradas en todo el Caribe en este intervalo de edad. Por otro lado, las muertes durante el parto han aumentado de tal forma que en la actualidad son la segunda causa de fallecimientos entre las mujeres haitianas. Entre 1999-2000 la tasa de mortalidad durante el parto era de 523 mujeres muertas por cada 100,000 partos. El 80 por ciento de las mujeres embarazadas dan a luz fuera del sistema nacional de salud y el 19 por ciento no recibe asistencia médica prenatal. En 1999-2000 el 21 por ciento de los niños entre 6 a 9 años nunca había ido a una escuela, pero solo el 15 por ciento de los profesores cumple los requisitos académicos necesarios para enseñar. Al ritmo actual de contagio, se estima que el 10.5 por ciento de la población estará infectada del SIDA para el año 2015. De igual manera, entre el 60 y 80 por ciento de la población se encuentra en riesgo de contraer la malaria y aun no existe un plan nacional de prevención. En 1999 la tuberculosis era la sexta causa de muerte en Haití. El 25 por ciento de su territorio nacional está amenazado por la desertización, mientras que cerca del 96 por ciento de la población continua utilizando combustibles tradicionales para satisfacer sus necesidades energéticas (es decir, carbón, cortando árboles). Los sistemas de distribución del agua, cuando existen, no se hacen cargo de su desertización y control de contaminantes. Para los  incrédulos, debo decirles que estas estadísticas son avaladas por la Comisión de los Objetivos del Milenio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicados en el Internet.

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Cuando aquel domingo, previo a la llegada a Haití del presidente Leonel Fernández, arribé en la tarde al aeropuerto Toussaint Louverture, en las afueras de Puerto Príncipe, no puedo negar que me sentí impactado cuando el agregado de prensa de la embajada dominicana, Cesar Pérez González, me pidió abordar una jeepeta en la que en el asiento delantero iba un militar dominicano vestido de civil armado de un fusil M-16. Dos días después, el martes en la mañana, confieso que prefería trasladarme al aeropuerto en un vehículo dotado de una seguridad similar. En apenas 48 horas había dejado atrás esa percepción de autodominio que embarga siempre a un periodista. La tarde de mi llegada observé que Puerto Príncipe no ha cambiado. Sus contadas avenidas principales siguen registrando un tránsito desordenado, con escasos semáforos en las intersecciones, algo que empeora los taponamientos en las horas “pico”. Los policías de tránsito hacen lo que pueden y los cacos azules de la misión de las Naciones Unidas parecen más bien espectadores que actores en el marco del proceso que vive este empobrecido país. La inseguridad en las calles sigue en auge. Muchos no se atreven a salir en las noches y la escasa iluminación hace que gran parte de Puerto Príncipe luzca tenebroso. Por diversas fuentes, supe del desarme de varios militares dominicanos por vándalos haitianos en un sector de la capital haitiana durante la gestión anterior, pero el asunto fue manejado de tal manera por el antiguo embajador, Chico Despradel, que no llegó a ser del conocimiento público, aunque se ignora si los fusiles M-16 robados fueron recuperados.  Es  sabido también, que a raíz de los últimos incidentes, la seguridad en la embajada fue aumentada.

Dicen, además, que Haití es el puente principal del 20 por ciento de toda la droga que sale de Colombia y que llega finalmente a Estados Unidos a través de República Dominicana y Puerto Rico.

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