En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Al mediodía del domingo gran número de los invitados ya se daba cita en la finca del vicerrector administrativo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Editrudis Feltrán, en las afueras de Santo Domingo, en lo que se anticipaba como un reencuentro conmovedor y fraterno.

Raúl Guerrero, al frente de un equipo dinámico y resuelto, se había encargado de la coordinación y motivación de aquella reunión en la que finalmente se dejaría constituida la Sociedad de Hijos e Hijas del Liceo Juan Pablo Duarte. Ha sido, en realidad, una vieja iniciativa de Fernando Peña, que con esa perseverancia y entrega que pone a cada uno de sus proyectos logró finalmente interesar no sólo a egresados del Duarte que hacemos vida en nuestra República Dominicana, sino a otros que por diversas razones han tenido que emigrar y establecer residencias en ciudades como Boston, Nueva York y Providence, en Estados Unidos o en lugares distantes de Europa. Pero esta vez no sólo se quiso contar con la presencia de aquellos jóvenes inquietos que de una u otra forma se involucraron de manera activa y decidida en el movimiento estudiantil de mediados de la década de los años 60 y gran parte de los 70, sino a viejos y meritorios profesores de aquel recordado y combativo liceo de la zona norte, ubicado en la avenida Duarte. Por allí estuvo mi recordado profesor de francés en el cuarto de Filosofía y Letra, Salomón Decena; Nilda Fernández, de Sociales y Adamis Suero, de Matemática. Con ellos se hizo remembranzas de aquellos momentos de gran efervescencia y tensión en aquel plantel, cuando las interrupciones de la docencia estaban a la orden del día por aquello de que “hay que movilizar al pueblo” y los libros de textos y cuadernos se sustituían por una bandera grupal. Eran profesores que infundían gran respeto y que no toleraban el ausentismo en las aulas, pero contaban también con líderes y dirigentes estudiantiles comprometidos en ambas vertientes. Sabíamos administrar el recibir docencia con el deber que entendíamos nos imponían para entonces las circunstancias,  apegados a tendencias revolucionarias o radicales.

Equivocados o no, en aquel entonces estábamos convencidos de que el cambio tenía que ser violento e imbuidos por esa filosofía de lucha muchos cayeron víctimas de la intolerancia, la represión o simplemente a causa de acciones temerarias. Hoy, como se hizo constar en el documento constitutivo de la Sociedad, no todos abrazamos las mismas causas ni coincidimos en términos ideológicos-partidarios, pero si en el objetivo común de contribuir al bienestar y a la construcción de una sociedad más justa. Y es que con el paso de los años se van dejando atrás viejas prácticas, contradicciones y actitudes sectarias. Fue aleccionador, aunque de gran diversión, la escena montada por dos antiguos teóricos del Duarte, Adolfo Martínez y el periodista Miguel Aponte Viguera, recreando aquellas candentes discusiones ideológicas que eran habituales en el lobby o en los pasillos del liceo entre representantes de grupos estudiantiles rivales. Aponte representó el “revisionismo y el pacifismo” tendencias que se atribuían para entonces al Partido Comunista Dominicano (PCD), mientras que Martínez defendía la “lucha sin tregua contra la dictadura yanqui-balaguerista”. En ocasiones, estas discusiones teórica-ideológicas no terminaban de buena manera, pero recrearla aquel domingo nos hizo convencer una vez más de cuanto hemos cambiado. Hoy, Adolfo Martínez, tan radical que alcanzó el mote de El Zurdo, es un gran bailarín de bachata y salsa y Fernando Peña no se ofende frente a quien le brinde un trago social, pese a  seguir apegados a sus ideales revolucionarios. El ambiente navideño contribuyó a ser más a menos e inolvidable el encuentro, pues se recibieron llamadas telefónicas desde Nueva York de viejos compañeros de estudios y de causa que también se reúnen por allá y que prometen venir al país para la próxima ocasión imitando el gesto de Roberto Castillo, residente en Boston, que compartió con nosotros tantas historias y recuerdos. Ana Celia Lantigua (Cheita), cantante de temas sociales, llamó también desde su hogar en

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