En el  palacio

En el  palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
Pascual Sánchez agarró de  mano a sus tres hijos menores, de 11 que ha procreado, y se instaló en el portón de acceso al estadio de béisbol del complejo deportivo de San José de Ocoa, donde momentos antes habían comenzado a descender los helicópteros militares y civiles que transportaron el lunes hasta esta población parte de la comitiva del presidente Leonel Fernández.

Cuando se percató de la presencia de la prensa, se acerco sin pérdida de tiempo y nos dijo: “Yo soy damnificado desde el 2005”. ¿Cómo?, exclamó un colega con cierto asombro. Sí, respondió Sánchez, yo tenía mi casa en Bello Sobrante (un sector en las afueras de Ocoa) y una tormenta provocó un derrumbe que sepultó mi casa”. Desde entonces, Sánchez se ha mantenido junto a sus tres hijos en calidad de refugiado en el dogaut del estadio de béisbol. Pese a que mostró con cierto orgullo su carné de miembro del gubernamental Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se quejó con amargura de que ninguno de los dos gobernadores que ha designado el presidente Fernández en la provincia se han ocupado de su caso. Relató que el gobernador anterior, de apellido Martínez, fue quien lo llevó al play, pero el actual, Roberto Mejía, “se ha descuidado conmigo”. Sánchez  labora como conserje en una escuela primaria de Ocoa devengando un salario de RD$3,000 mensuales, lo que evidentemente no le alcanza para rentar una vivienda. Ahora que se está hablando de reubicar a los damnificados de la tormenta Noel, Sánchez quiere que no lo olviden, pues él y su familia están  refugiados desde el 2005.

En las inmediaciones del edificio que aloja el Centro de Informática del Indotel y las oficinas del Instituto Postal Dominicano se congregó desde temprano un buen número de personas, algunas de ellas reclamando la condición de damnificado, a la espera de la llegada del Presidente Leonel Fernández. En el segundo nivel de ese edificio se habilitó el área para la sesión del Consejo de Gobierno que se reunió sin la presencia de la prensa. Desde el día anterior se informó que los voceros de la comunidad ante el Consejo serían el presidente de la Asociación de Desarrollo de la Provincia y el cura párroco. Además, circuló un documento suscrito por 18 instituciones y grupos de la sociedad civil de Ocoa en el que, a juzgar por los firmantes, se recogía bastante bien la representación de la comunidad. Por ejemplo, en ese documento figuraba el ayuntamiento municipal, que es controlado por la oposición y la Fundación Pedro Alegría, regenteada por el senador del mismo nombre, electo en la boleta del PRD. Pero también instituciones de prestigio como Participación Ciudadana y grupos auspiciados por la Iglesia Católica, los comerciantes, los productores agropecuarios, etc. Figuraba, asimismo, la firma de los representantes de las instituciones públicas en la provincia e, incluso, del Cuerpo de Bomberos. El documento no registra ningún cuestionamiento a la respuesta que el gobierno ha dado a los devastadores efectos de la tormenta. Simplemente se enumeran los daños y se sugiere lo que deben hacer las autoridades para remediarlos. Ahora bien, en los frentes del edificio donde sesión el Consejo de Gobierno hubo quejas individuales de personas que, de acuerdo a sus expresiones, entienden que el gobierno debió tenerles resueltos sus problemas para esta fecha. La reunión que se celebraba tenía, precisamente, como único punto de agenda, evaluar los daños y anunciar las soluciones. Escuché a una señora entrada en edad que se quejaba ante reporteros de la televisión que no había recibido ninguna ayuda y responsabilizaba de ello al gobernador provincial, Roberto Mejía. Otra dama que estaba a su lado le dijo: Doña, ¿en qué refugio usted está?. La señora respondió que se alojaba en casa de una hija, “Pero es probable doñita que usted no esté registrada como damnificada”, le aclaró la otra. Otro señor se quejaba de que el acceso hasta su comunidad estuvo incomunicado, pero  al anunciarse que el presidente visitaría la zona, llegaron tractores y otros equipos pesados para arreglar el camino. Gente con quejas similares eran las que protestaban porque no se le dio acceso al Consejo. Al término de la reunión, el presidente Fernández cruzó hasta el área donde se congregaba el público y algunos tuvieron ocasión de gritar sus quejas a viva voz y otros de aplaudir y lanza vítores. Es el drama de siempre.

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