En el palacio

En el palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
La embajadora de Canadá, Patricia Fortier, contemplaba desde su asiento en la mesa principal, sino sorprendida, al menos impactada por la numerosa presencia de público que se dio cita en el acto donde el Presidente Leonel Fernández hizo entrega del acueducto múltiple de la región Suroeste y que beneficia a las provincias de Barahona, Bahoruco e Independencia. Posiblemente su impacto no fuera tanto por la buena asistencia de público, sino más bien por el ambiente multicolor y bullicioso que allí se registraba, donde gran parte de los  presentes cubría su cabeza con gorras moradas o de colores rojo y amarillo, con unas cuantas banderas de la UDC (Unión Demócrata Cristiana) desplegadas a la entrada de la carpa levantada próximo a la planta de tratamiento del acueducto. Previo a la llegada del Presidente Fernández, los equipos de amplificación sonaban a todo dar con  merengues y salsas populares, aunque ninguna de las piezas promovía la reelección. El cantautor Cheo Zorrilla, nativo de la zona, llegó al lugar mucho antes del inicio de la ceremonia y, al final, se le vio conversar con el Presidente Fernández sobre algún tema de su interés. Digo de su interés, pues se vio cuando se abría  espacios para llegar hasta el jefe de Estado. El acto se inició poco después de la llegada del mandatario, a las 11:30 de la mañana, pues éste se interesó  primero por recorrer la planta de tratamiento y el cuarto de controles antes de subir a la mesa principal en medio de la algarabía y los aplausos de los presentes. Omar Liriano, maestro de ceremonia, inició el acto informando sobre los detalles técnicos de la obra y tras la bendición a cargo de un sacerdote católico, le correspondió el turno al gobernador de Barahona, Carlos Florián. Su intervención estuvo matizada al principio por aislados abucheos y aplausos, así como de discusiones entre sus seguidores y  adversarios. En Barahona, este tipo de demostraciones han sido comunes.

Frank Rodríguez, Director del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA), pronunció el discurso central bajo la atenta mirada del ingeniero Víctor Díaz Rúa, Secretario de Obras Públicas, y a quien correspondió, en realidad, la responsabilidad de finalizar la obra en su condición de antiguo director del INAPA. Mientras Rodríguez informaba que el nuevo sistema beneficia a 35 comunidades de la región, desde el público surgió un grito inesperado ¡en Mella no hay agua!, ¡Ni en Cristóbal tampoco!, gritó otro desesperado. Pero Frank siguió con su discurso en tono alto, matizado con frases de apoyo a la reelección y de críticas a la oposición. Al resaltar todo lo que este gobierno ha hecho en esta región y lo que falta por hacer, entre ellos la construcción de la presa de Monte Grande, reiteradas veces solicitadas en el acto, exclamó que desde ahora al Presidente Fernández le llamarán el “redentor del Sur”. Más adelante, en medio de una breve pausa en su intervención, una joven aprovechó para colar su voz y gritar: “Leonel, cada vez que viene al Sur te pedimos la carretera, pero usted no nos hace caso”. No especificó de qué carretera hablaba, pero la interrupción le valió a la joven una seria amonestación por parte de un agente de la seguridad.  Mientras todo esto ocurría, un periodista de un diario gratuito de la mañana dormía en su silla como un lirón, hasta con inusuales ronquidos. Cuando despertó pudo percatarse, al menos, de una intrascendente broma entre un par de colegas. Al final, la gente que se quejaba por la falta de agua en su comunidad, aplaudió el anuncio del Director de INAPA de que al día siguiente, miércoles, se iniciaba la segunda etapa del acueducto.

Una de las áreas de la planta de tratamiento, ya finalizada la ceremonia, sirvió para que Ángel Lockward, secretario de Estado sin Cartera y Héctor Rodríguez Pimentel, Director del INDRHI, le reunieran al Presidente Fernández a  reformistas disgustados de la zona. El jefe de Estado penetró a una pequeña oficina y desde afuera se observaba una cola de gente haciendo turno para una audiencia con el Presidente. No todos alcanzaron hablar y entregar su carta al mandatario, pero un buen número sí lo hizo. Este tipo de encuentros se han convertido ya en habituales al final de cada inauguración oficial.

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