En el recuerdo de un merengue y el caso haitiano

En el recuerdo de un merengue y el caso haitiano

Hace muchísimo tiempo que no lo oigo. ¿Habrá pasado de moda, como el pudor? No sé. Creo que sí… la moda es tan frívola… Se trata de un merengue picaresco que reiteraba la pregunta: “¿Qué será lo que quiere el negro… oh, oh, oh?”.

Ahora, con todo lo concerniente a los haitianos, cobra vigencia esa pregunta que podría tener una respuesta simple y concisa: se quieren meter aquí. No armas en mano como en el pasado, no atropellando ni ensangrentando filosos machetes con el rojo del odio desplegado como bandera nacional, que no es, en verdad, sino el estandarte, el confalón de un ambicioso descomunal que, infeliz por ser negro, se viste como noble francés y habla como tal, haya o no realizado estudios superiores en París.

Estas víctimas que nos llegan desde hace cierto tiempo, vienen entrando humildemente y se tornan imprescindibles en todas las tareas que requieren vigor físico mal pagado, desplazando a dominicanos pobres, no dispuestos a aceptar la baja remuneración, a sabiendas de que alimentan las riquezas de millonarios y multimillonarios. Siempre hay un haitiano dispuesto a recibir una paga mínima por sus esfuerzos, empeñado en mandarle ayuda económica a sus familiares que viven en el horror que es Haití. Los he visto en largas colas en las remesadoras, con el orgullo de poder ayudar a su gente… Entonces, no son malas personas. Son víctimas del abuso ininterrumpido de quienes los han gobernado desde un inicio.

Pero nosotros, los dominicanos, no podemos hacernos cargo de ese fardo de crueldad histórica que me atrevería a decir que nos duele a la mayoría de la población, en mayor o menor medida.

Mi familia, y muchas conocidas, cortaron sus presupuestos mensuales para enviar ayuda al vecino país, y nos sentimos felices de poder aliviar, en limitado modo, las tremendas carencias que se hicieron astronómicas tras el reciente terremoto devastador.

¿Qué se ha hecho con ese dinero y las fuertes sumas provenientes de grandes países y de millonarios conmiserativos?

Estamos arrebujados en el disparate y la mentira.

No es que exista una solución fácil al caso haitiano, pero es que no se ve una intención al respecto, como no sea la de que República Dominicana abra de par en par la puerta de su frontera, se inunde de haitianos desesperados y logren el dominio de toda la isla “una e indivisible” según dicen ellos.

Duarte y los patriotas que dieron su sangre por la Patria, serían cosa olvidada, serían parte de “Sueños de una noche de verano”, tomándole prestadas a Shakespeare sus palabras.

No es cuestión racial. Más del ochenta por ciento de los dominicanos es negro o mulato.

Se trata de la supervivencia de lo dominicano.

¿“Qué será lo que quiere el negro” ? El del país vecino.

Quiere toda la isla.

No requerimos de odiosos muros para separar ambas naciones. Tenemos militares a montón. Una vez fue castigo que los enviaran a la frontera, hoy es premio.

Volquemos nuestras fuerzas armadas a todo lo ancho de la división territorial y exijamos el estricto respeto a nuestra soberanía, apegados a los derechos humanos.

Y seamos rígidos en el castigo a quienes negocian con el poder.

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