En el reformismo, no se aprenden las lecciones

En el reformismo, no se aprenden las lecciones

En el Partido Reformista no acaban de aprender las lecciones que da la vida política. Envueltos en una primaria que podría significar la desaparición definitiva de esa agrupación, muchos de sus líderes se empecinan en mantener sus aspiraciones a la presidencia del partido, sin darse cuenta que con ello castran la ultima oportunidad de reagrupar las mermadas fuerzas partidarias.

Luego de un largo proceso de reunificación, que todavía encuentra serios obstáculos y después de intentar varias fórmulas pignoradas, la cúpula reformista firma un pacto con el presidente Fernández cuyos alcances son políticamente futuristas. Se entendía que el pacto en cuestión más la renuncia del candidato con más posibilidades Amable Aristy Castro, allanaría en camino  para la presentación de una plancha unitaria, indispensable para la reconstrucción del partido.

Sin embargo no ha sido así, intereses personales, ambiciones desmedidas y desfasadas, parece impedir lo que todo simpatizante consciente de ese partido añora. 

Es una realidad insoslayable, que la figura de más potable en el reformismo es el ingeniero Carlos Morales Troncoso, su trayectoria y prestigio le dan el aval necesario para dirigir el proceso de reunificación, con miras a las elecciones de medio tiempo y posteriormente al 2012.  Volver a más de lo mismo, no tiene sentido  ni son las metas que se ha forjado el grupo de dirigentes que apoya a Morales Troncoso.

Cualquier otro invento, que pueda impedir un consenso para escoger una plancha unitaria encabezada por Carlos Morales,  significa un bloqueo a las reales posibilidades de una sincera reunificación.

No se trata de excluir a nadie; por el contrario, hemos sido partidarios siempre de que se respeten los liderazgos y los espacios conquistados a través del trabajo partidario. Pero la política se nutre de realidades y son las circunstancias  las que determinan el curso de la misma. Seguir siendo comodín  de otra agrupación política no es lo que demandan los auténticos reformistas. 

Esto no significa de modo alguno que en el futuro se puedan hacer negociaciones ventajosas, esto es válido, pero si los reformistas no son capaces de demostrar su propia fuerza, el futuro nunca le deparará logros positivos.

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